Buenas noches,
Mi nombre es Tiago y soy vecino de Madrid. Siempre me ha gustado esto de juntar letras y siempre había andado dándole vueltas a la posibilidad de abrir mi propio blog.
Pero o no tenía tiempo, o no vencía en la lucha contra los monstruos de la pereza y la desidia, o me entraba un repentino pudor por no tirar más palabras de las necesarias a la basura.
También puede ser que no tuviera un motivo con la suficiente fuerza. Y tiene pinta de que fuera esto, pues es la única de las posibles causas de mi inacción que ha sufrido alguna variación.
Sí, en efecto, hace algunas semanas un perro me habló.
No, no he dicho que me ladró, no he utilizado ningún tipo de metáfora. Digo que un chucho me habló. Y con bastante más precisión y corrección de la que yo suelo emplear.
Desde entonces, me lo voy encontrando por las esquinas, por las calles, por los parques.
Al parecer soy el único que le escucha hablar. El resto de la gente sólo le oye ladrar.
Siempre tuve un feeling especial con los animales pero esto no me había pasado nunca, lo juro.
Y sí, sé lo que estás pensando y la primera madrugada en la que me habló quizás volvía a casa un poco borracho, pero nada más.
La cuestión es que a este perro parece que no le basta con que yo le escuche. Tiene ciertos aires de grandeza el jodido chucho.
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Tiago Zorrilla
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