Se llama la Casa de la Vieja pero bien podría llamarse la Casa de la Bruja. Uno de los rincones imperdibles del Parque del Capricho de Madrid es esta construcción de piedra y madera, de dos plantas y una aparente buhardilla, y de toscos balcones erigidos con troncos de árbol. En la Casa de la Vieja, las ramas de sus asalvajados rosales han trepado hasta el tejado, para lanzarse al vacío desde sus tejas inclinadas.
La Casa de la Vieja parece estar cerrada a cal y canto y tiene a su vera un huerto cercado, posiblemente para cultivar las hierbas mágicas de los conjuros de quien la habita. Seguramente cada mañana desaparecen los arbustos y, cada noche, nacen, crecen y florecen, para ser cosechados de madrugada y volver a extinguirse al alba.
Hay que acercarse a ella sigiloso, en un día nublado de otoño, rodearla, y estar bien atento a sus ventanas, sin perder de vista las ramas de los altos árboles que se encuentran en sus proximidades, no sea que se asome alguna lechuza.
Más allá de estas impresiones referidas por el Perro Paco después de un paseo matinal en un día lleno de charcos, la casa fue construida a finales del siglo XVIII (entre 1792 y 1795) a imagen y semejanza de una casa de labranza. Los duques de Osuna, propietarios entonces de los terrenos, probablemente quisieron conservar de este modo un edificio similar a los que hasta entonces se podían ver en la finca, antes de que se transformara de explotación agrícola en jardín. La Casa de la Vieja se encuentra al norte del recinto del Parque del Capricho, en la zona en la que imperan las características del jardín paisajista de origen inglés, que otorga el protagonismo a la naturaleza y que se interesa e idealiza la vida en el campo. Es en esta tradición en la que se enmarcaría la construcción de esta simulada casa de labranza.
El interior de la casa se encuentra actualmente vacío, aunque en el pasado estuviera también decorado como si fuera una casa de labradores, a modo de museo etnográfico, con sus paredes pintadas, diversos enseres y representaciones en madera de alimentos. La decoración y el diseño del espacio se atribuyen al pintor Ángel María Tadey. Sin embargo, seguramente los elementos más destacados eran los tres autómatas que había en la casa, muñecos de dimensiones reales que custodiaban el espacio: una anciana hilando en rueca -que daría nombre a la casa-, un muchacho y un labriego, incorporado después al combo.
Una estancia de la casa despertó especialmente la curiosidad del Perro Paco y es el llamado Gabinete del Musgo, un cuarto en el que paredes y sillas han sido colonizadas por musgo quien sabe si por causas naturales o sobrenaturales. El fotógrafo Antonello Dellanotte, que en noviembre de 2017 realizó un notable reportaje sobre el parque y que pudo acceder al interior de la Casa de la Vieja para fotografiarla, dice que se dice (como suelen ser estas cosas) que en el Gabinete del Musgo también se realizaban sesiones de espiritismo.
No se vayan todavía, aún hay más. Sobre lo paranormal, Juan Miguel Marsella, director de la web Madrid Oculto, puso su grabadora a funcionar en la Casa de la Vieja y, bueno, esto es lo que pasó, como contó para Onda Cero.
Esto es todo por hoy. El Perro Paco espera que disfruten del merodeo por la Casa de la Bruja, o la Casa de la Vieja, como prefieran, recomendando un día nublado y fresco para el paseo, la mirada y la imaginación abiertas, herramientas esenciales para el caminante, el curioso y el viajero.