Paseaba el Perro Paco durante el pasado octubre por las calles de Aluche, uno de sus barrios favoritos, cuando se encontró, sobrevolando los arbustos de ciertos jardines de la zona de Campamento, a una preciosa mariposa que a nuestro perruno amigo le pareció ser una pequeña y frágil cebra alada que hubiera sufrido algún tipo de encantamiento.
No era el caso. Indagando después, Paco descubrió que se trataba de un bonito ejemplar de Iphiclides Podalirius. Lo más característico de esta mariposa de tamaño considerable es esa sucesión de bandas blancas y negras que a nuestro amigo le provocaron la idea de que era una cebra hechizada, emigrada desde la lejana sabana africana.
La cuestión es que su presencia en Aluche en realidad no era ninguna anomalía, pues la Iphiclides Podalirius está presente de manera habitual en la Comunidad de Madrid, donde emerge cada año en dos generaciones diferentes, una en primavera y la otra al final del verano, a la que con toda probabilidad correspondía el ejemplar en cuestión. En su vida anterior, antes de ser mariposa, esta pequeña y mágica criatura es una oruga de color verde, con motas amarillas, negras y anaranjadas, que tiene especial querencia por los almendros y otros representantes del género Prunus.
La Iphiclides Podalirius es vulgarmente conocida como chupaleches o podalirios. Es particularmente interesante el origen del segundo de los apelativos, porque contrariamente a lo que cabría suponer, no tiene nada que ver con la flor de lirio. Hace alusión a dos hermanos de la mitología griega, ambos hijos de Asclepio, dios de la medicina. Los hermanos se llamaban precisamente Podalirio y Macaón, y sus nombres fueron tomados para dar nombre a dos mariposas de gran parecido, que pudieran confundirse como hermanas: la Papilio Machaon y nuestra amiga de hoy, bella vecina de la ciudad de Madrid, representante de su fauna urbana: la Iphiclides Podalirius.