Señor Alcalde
Rodríguez-Almeida,
es usted un fanático.
Sí, déjeme que se lo diga
sin paliativos,
aunque le suene fuerte,
aunque le suene improcedente,
que se lo diga un perro.
Que de qué le hablo,
me preguntará.
Pues de la muerte,
de los finados célebres,
de las despedidas oficiales.
Y de que es el alcalde,
un alcalde con twitter,
como los de ahora.
Porque todos entendemos
que el alcalde de madrid
despida a una leyenda del deporte,
como Manolo Santana.
Madrileño,
tenista,
pionero,
vencedor en Wimbledon y Roland Garros.
Para empezar.
Pero escuchando su pésame,
su sentir compungido,
en su twitter oficial,
como alcalde,
se hace,
como ya supimos,
como intuimos de inmediato,
más sonoro el silencio,
el eco del silencio,
tremendo eco,
de su silencio,
cuando semanas atrás,
nos dejó Almudena.
Almudena Grandes,
escritora,
madrileña,
Premio Nacional de Narrativa.
Por no poner adornos,
ni sonar postizo,
pues solo soy un perro.
Escritora
que escribió,
entre otras cosas,
Las edades de Lulú,
Malena es un nombre de tango,
Los aires difíciles,
El corazón helado,
Inés y la Alegría (…)
Que la leyeron mucho
y bien.
Que la despidieron,
en el cementerio civil,
Leyéndola,
con libros y rosas,
tremenda despedida,
mientras usted saltaba
zamburguesas,
de esas de Humor Amarillo,
que a los más jóvenes,
y no tanto,
les sonarán a chino,
en la inauguración de no sé qué parque
en Vallecas.
Ahí no dijo ni mu,
y eso que Almudena
era forofa del Atleti,
como usted.
Pero hizo mutis por el foro,
porque ella era roja,
y el silencio atronador,
y llega hasta hoy.
Señor Almeida,
tengo que decirle,
por paquerías,
que no estuvo a la altura
y ahí no supo ser,
Alcalde de Madrid.
El Perro Paco.