El Perro Paco ha llegado preocupado esta tarde a nuestra cita diaria para el paseo, para la ronda nocturna por el barrio. Llegaba directamente de un encuentro insólito y muy especial. Esta tarde había quedado con los niños y niñas de una de las nueve escuelas infantiles públicas dependientes de la Comunidad de Madrid que quedan en la ciudad y que desde el gobierno autonómico presidido por Isabel Díaz Ayuso dicen que quieren cerrar.
Los pequeños yogurines, sabedores de que el Perro Paco está de su parte en esta lucha, le habían invitado al parque esta tarde, a la salida de la escuela. No puedes entrar dentro, le habían dicho, tienes que esperarnos fuera, con los papás y las mamás. Ya sabes, por el coronavirus, somos los últimos para todo, le explicaron. Debe ser porque no tenemos edad para votar, o porque nuestra opinión no vale porque somos niños, claro, o porque no tenemos dinero para gastar.
Los nenes (y las nenas, por supuesto, puntualizaron varias) querían contarle a Paco por qué estaban preocupados ante la amenaza de que les cierren el segundo ciclo de educación infantil en su escuela, es decir, el período educativo que va de los 3 a los 6 años, que es el que la Consejería de Educación que dirige Enrique Ossorio quiere trasladar íntegramente a los colegios de primaria. Quiere cerrar, mejor dicho, todas las aulas de 3 a 6 años en las escuelas infantiles públicas. Porque el que pueda y quiera pagarse una privada podrá seguir eligiendo el tipo de centro que desee para sus hijos/as. Vamos que el que elige es el que tiene los billetes.
Todo esto es curioso y no tiene mucho sentido, me ha dicho Paco, porque es una parte de la educación que no es aún obligatoria, que forma parte de un mismo cuerpo que es la Educación Infantil y, sin embargo, quieren desmembrarla y llevarla a los colegios de Primaria. ¿No tendrá más sentido que esté por un lado la Infantil, por otro la Primaria y después la Secundaria? Escuelita, cole e instituto, vamos, no parece tan difícil, se preguntaba Paco durante el paseo frío de diciembre.
El caso es que, como bien me ha subrayado Paco, lo más interesante, en realidad, es lo que le han contado los pequeñines:
Le han contado que una de las cosas que más les gusta de su escuela es que tienen un hermoso patio solo para ellos. Un patio con mucha tierra, con neumáticos en el suelo y hasta un tobogán. Un patio para niñas como ellas, para niños de su edad.
Le han contado que en su escuela se pueden echar una siesta porque las siete horas que se tiran allí a veces se hacen largas y necesitan descansar. Que esto es importante, porque es el momento en el que se relajan y descansan en compañía, con los amigos. Y que tienen sus colchonetas, para estar a gusto, cada una con su cojín y su mantita, nada de sentarse en una silla y apoyar un rato la cara sobre la mesa, qué horror, como les habían contado en el parque que pasaba en algunos colegios.
Le han explicado que en la escuela trabajan por proyectos, que no están haciendo fichas ni nada por el estilo. Que en estos últimos meses, por ejemplo, el tema principal ha sido el bosque. Y que han decorado su sala con hojas, y con frutos, y con dibujos y han ido de excursión para ‘vivir’ el otoño. Y hasta han llevado libros de casa que hablaran de los animales del bosque para leerlos juntos.
Le han estado explicando que en el año en el que se cumplen los tres años y se inicia el segundo ciclo de educación infantil pues la verdad es que hay bastante diferencia entre los que han nacido en enero y son más mayores, y los que cumplen en noviembre o en diciembre, por ejemplo, porque cuando se tienen tres años es una diferencia importante. Que pueden hacerse cosas diferentes y que en su escuela cada uno puede llevar su ritmo y todos lo respetan. Y que esto afecta a asuntos fundamentales, como el peliagudo tema de dejar el pañal y empezar a controlar el culete y los pises y las cacas, y avisar y todo eso, para ir al orinal o al WC antes de que salga. Que unos lo hacen antes y otros después. Eso que los mayores llamamos pedantemente control de esfínteres. Que en los colegios no se tiene en cuenta eso de tener distintos ritmos y todos tienen que estar listos a la vez aunque se lleven once meses de tres años totales.
Le han dicho que el momento de la comida es uno de los más importantes, que comen en la clase y que eso es guay, porque en los colegios de mayores a veces los comedores son enormes y hay demasiado ruido para ellos que todavía al fin y al cabo ya no son bebés pero siguen siendo pequeños. Que todos los días pasan por las aulas algunos de los nenes más mayores, de cinco o de seis, haciendo la cuenta de cuántos niños están para comer y también descubriendo cuál es el menú del día. Le han contado que en la escuela tienen cocineras y cocina, nada de traerlo en una empresa de catering, y que hasta la asociación de familias participa proponiendo mejoras, para hacer los menús más ecológicos y saludables, aunque la verdad es que los papás y mamás están demasiado obsesionados con las frutas de temporada y las verduras, le han dicho. Le han hablado de que tienen un huerto y a veces recogen ellos los ingredientes y después hacen la ensalada.
Le han hablado muy contentos de que en los días de cumpleaños preparan entre todos una tarta de galletas para el cumpleañero, y que como son 20 en clase pues tienen un montón de fiestas al año. Aunque a veces juntan a varios, claro, que si no iba a ser demasiada tarta, pero que eso lo decían sus padres, que para ellos estaba bien que hubiera tarta todos los días.
Los niños y las niñas de una de las 9 escuelas galas en lucha le han dicho que su escuela es casi como una casa, una casa grande, con muchos amigos, amigas y profesoras y cocineras y limpiadoras y más, pero al fin y al cabo una casa, porque se conocen todas, y se saben los nombres.
Estos pequeños, que con solo dos, tres o cuatro años les está tocando empezar a pelear por su derecho a una educación pública y de calidad, le han dicho al Perro Paco que en este momento ellos no necesitan prepararse para lo que vendrá en el futuro, o no al menos como pretenden quienes quieren llevarles a los colegios de Primaria. No tienen que prepararse para aprender cosas más difíciles. Que esto ya llegará. Lo que ahora necesitan es jugar y aprender a jugar con los amigos, a compartir, a relacionarse, a respetar y a comprender a la amiga que hoy tal vez está triste o no quiere hablar. Que lo que necesitan es sentirse bien en los juegos y aprender a estar unas horas sin sus papás y mamás, ni siquiera con sus abuelas, aprender a hacer algunas cosas por sí mismos y también saber qué pasa cuando uno se siente contento, o enfadada, o triste, y en ese momento no está mamá (ni papá) para decírselo.
Que lo que necesitan es poder moverse, aunque sin correr en clase, poder bailar un rato, escuchar cuentos, hacer construcciones con maderas de diferentes formas y tamaños, tener un equipo, estar a veces solos, cambiar de rincón para leer, o pintar un rato o jugar a algo, o disfrutar de uno de los teatrillos de las profesoras, que en realidad tienen nombre en sus voces, aunque aquí no los desvelemos.
Le han dicho que no lo entienden, que todo el mundo les dice muchas veces que todavía son pequeños, y que la verdad es que sí lo son, que el futuro ya vendrá, pero que no tienen tanta prisa por ser mayores.
Le han dicho que un cuento que les han leído dice que los mayores se olvidan demasiado pronto de que antes fueron niños. Y que cuando eres un niño todo te parece grande. Todo te parece enorme. Que sus padres les cuentan que luego cuando se regresa al mismo lugar ese que era tan grande cuando eran niños pues de pronto es muy pequeño, diminuto, tanto que parece otro sitio. Y que su escuela tiene el tamaño perfecto, no es tan pequeña como su casa, pero tampoco es tan grande: está bien.
Le han dicho que ahora están defendiendo su escuela, porque les han dicho que la quieren cerrar y también las de otros nenes y nenas de la ciudad, y que no quieren. No, no y no. Que sus padres les dicen que tranquilos, que ellos seguirán teniendo una escuela, pero que la que quieren es la que tienen, porque es muy especial.
Y después de todo esto le han dicho que ya no querían hablar más y que además a sus padres no se lo iban a contar porque ya habían hablado suficiente por hoy. Le han preguntado a Paco que si había traído algo para merendar y le han dicho que querían correr a subirse a la casita del parque. Y así lo han hecho.
El Perro Paco ha venido contento pero también preocupado, y así me lo ha contado.