Caminaba despreocupado el otro día el Perro Paco por las proximidades del Mercado de Usera cuando sintió un zarandeo inesperado en una pata. Alguien le conminaba a darse la vuelta y atender a la revelación de un secreto.
Paco, no dejes de visitar el Belén del barrio, no te lo puedes perder, está aquí mismo, a dos calles, merece la pena, en serio.
El Perro Paco se quedó impresionado con que alguien le hubiera conocido en estas calles, más aún, aunque probablemente esto era un prejuicio edadista, tratándose de una señora de avanzada edad. ¿Cómo era posible que le conocieran?
Sea como fuere, lo importante era la pista que le había proporcionado la señora. Ni corto ni perezoso, Paco comenzó a husmear en las aceras, siguiendo el sentido del brazo indicador y en busca de un rastro que le llevara hasta allí. Preguntó un poco más adelante a otra mujer que, por supuesto, sabía perfectamente qué estaba buscando Paco. En ese preciso momento, un señor que pasaba por la calle, cazaba la pregunta en el aire y concretaba más las señas con ánimo de ayudar. No había duda: todos sabían de lo que se hablaba.
El famoso Belén de Usera se encuentra ubicado muy cerca de la calle Marcelo Usera, espina dorsal del barrio, en la calle Gabino Jimeno. Se trata del Belén que todos los años instalan en el Centrotex, el ‘Centro Textil del Ahorro’, establecimiento dedicado a la venta de ropa.
No se puede negar que esté currado. Ocupa una extensión considerable, en el escaparate del comercio y diría que en media tienda, y recrea aquella región de Judea donde la historia religiosa sitúa el nacimiento de Jesús de Nazaret. En la instalación de Centrotex, el portal de Belén es cualquier cosa menos un lugar tranquilo y solitario, y en sus proximidades se encuentra a todo tipo de personajes, construcciones, pozos y cochinillos humeantes, herrería, horno de pan, calles, callejuelas, y un largo e innecesariamente reproducible etcétera. Por todos lados se aparecen numerosísimos gatos, ratones, ardillas, perros, cisnes, lobos, zorros, mapaches, cocodrilos, otorgándole un toque kitsch que sin duda forma parte de su encanto.
Detrás del Belén, a lo lejos, muy lejos, se vislumbran los anuncios de ofertas y promociones de vaqueros, bragas, slips y los burros cargados de camisas de caballero.
Mientras Paco contempla la escena, un señor de respiración fatigosa y mascarilla marca de los tiempos que corren, se le acerca, y le dice: a ver qué han puesto nuevo este año, cada año hay algo nuevo. Parece imposible recordar este mosaico tan exactamente como para identificar la novedad al año siguiente, pensó Paco. En los minutos en los que se prolonga su observación del Belén, no paran de gotear vecinos del barrio que se paran al menos unos instantes para contemplar la obra.
El Perro Paco no te va a decir que te cruces Madrid para ver el Belén de Judea en Usera. En su faceta de prescriptor de la ciudad no se le ocurriría porque no quiere cartas de reclamaciones ni tampoco vender humo. Pero sí te deja estas líneas como reconocimiento a una muestra más de aquello que más apasiona a Paco: las huellas de la cultura popular que dejan en las calles con sus pasos cotidianos las gentes de a pie.
> Una cosa más, en su vocación de servicio público, el Perro Paco me pide que te diga: si quieres saber más del Belén de Usera, no lo dudes, pide por esa boca, y déjanos un comentario.