La princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso,
una de las protagonistas indiscutibles del serial político ibérico,
se tambalea.
El golpe, quién lo diría, no ha venido desde la oposición,
sino desde su propia retaguardia,
desde su propio partido.
El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
La mafia genovesa,
maravillosa expresión,
lanzó un ataque frontal,
a través de la filtración de un posible y grave caso de corrupción,
con todos los ingredientes para cargarse a un político
en cualquier país serio,
lo sea este o no.
Adjudicaciones a dedo, negocios millonarios,
familiares y amigos beneficiados,
y para más inri,
a costa de mascarillas
en plena pandemia,
en el peor momento posible
para mostrar
la falta de escrúpulos.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
Y sin embargo…
Ha sido el aparato del partido
quien nos ha hecho mirar hacia este rincón
con pinta de estar tan sucio.
El aparato.
Otra expresión increíble.
Y siniestra.
No ha sido la cándida izquierda,
no ha sido la bancada socialista,
en dimisión permanente en Madriz.
No ha sido un medio sagaz,
quien ha colocado a Ayuso ante el precipicio inesperado,
en un quítame allá esas cremas.
Porque nos tenemos que acordar
de Cristina Cifuentes,
cleptómana o no, tramposa o no.
¿Quién destruiría así el capital político de su partido?
¿Quién acusaría de doping a uno de sus mejores escaladores?
¿Por qué? ¿Para qué?
¿Únicamente para contener la ambición?
¿Únicamente por celos y rencor?
¿Existe una pugna política?
¿O estratégica?
¿Quiénes son los pavos reales?
Llueven los peones,
caen los alfiles,
Pero son jornadas de caza mayor.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
Guerra de Bandas en el PP,
se repetía en las redes ayer,
Gangs of Madrid,
bandas castizas,
cine de mafiosos de Argüelles,
retorcidas tramas políticas entre
el barrio de Almagro y la Puerta del Sol.
Y sin embargo,
quizás sólo sea una
la respuesta:
el poder.
EL PODER.
La naturaleza del poder.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
Falta una clave
por descubrir
en esta guerra de familias,
honorables familias,
que se matan como todas,
a navajazos,
a hachazos,
por el poder.
¿Cuál es la familia de Ayuso?
No me refiero al hermano,
presunto conseguidor de mascarillas.
¿Quién más detrás de MAR?
¿Está el innmobrable?
¿Está el diablo Aznar?
¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa está triste)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
Hay caminos que no tienen vuelta atrás.
Ayuso, Teodoro, Casado.
¿Quién será el primero en caer?
Este can se moja y puede que se equivoque.
Popularidad vence a aparato,
aunque tarde.
Que se lo digan a Susana.
Y a Pedro Sánchez,
presidente del Gobierno de España.
En este país enamoran los quijotes
y las princesas macarras,
y se aborrecen los aparatos,
aunque estos cuenten con la maquinaria
engrasada
para golpear primero
y hasta para golpear dos veces.
-¡Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor!
Mientras tanto,
como quien no quiere la cosa,
discreto,
se ajusta las botas,
llega el momento de,
caídos todos los rivales
en combate cainita,
tomar el mando
y salvar el partido,
con el tiempo justo
para las generales.
Se viene Feijoo
a mandar sin luchar.
.
El Perro Paco
.
PD: Gracias, Rubén Darío, por prestar tu sonatina inolvidable a un chucho callejero como yo.