La ballena de la Puerta del Sol

Prematuro adiós para la ballena de Sol

La ballena de Sol se extinguirá sin remedio en las próximas semanas o meses.

El proyecto final del Ayuntamiento de Madrid para la nueva reforma de la Puerta del Sol establece la desaparición del joven cetáceo de acero y vidrio que da acceso a la estación de Cercanías desde el año 2009.

Fue en ese año 2009 cuando la red de Cercanías de Renfe alcanzó el centro por excelencia de Madrid, la Puerta del Sol, en una fecha que será por tanto importante para siempre en cualquier biografía de la plaza.

Para marcar la entrada a la estación de Renfe de Sol se eligió esta estructura de formas curvas creada por el arquitecto Antonio Fernández Alba. Como siempre, en esta ciudad tan discutidora, recibió tantas críticas e incomprensiones como halagos y cariños, aunque quizás algo más, tiene la impresión este perro, de las primeras, lo que tampoco es una sorpresa, dado el impulso ‘a la contra’ que tantas veces os domina, queridos humanos.

Lo que es innegable es que para un nuevo hito en la historia de la Puerta del Sol, como era la llegada subterránea de la red de trenes de Renfe, se elegía un acceso, un monumento, un emblema, con personalidad propia.

Los madrileños, en su eterno afán de buscar con rapidez un mote para todo, expresión de casticismo y pueblo, no tardaron en elegir un nombre, en realidad dos, para la novedad arquitectónica: la ballena -apodo preferido por este perro-, y el tragabolas, en recuerdo del juego de mesa popularizado mundialmente en los 80 en el que cuatro hipopótamos de colores competían entre sí para tragarse el mayor número de bolas lo antes posible.

El caso es que tan solo cinco años después de su eclosión en el mar de Sol, se comenzó a planear su eliminación, prevista en el proyecto que se impuso en el concurso de ideas para reformar la plaza que con el nombre de ‘Piensa Sol’ convocó en su momento la aparentemente desaparecida plataforma Madrid Think Thank (MTT), en la que contaba con un papel protagonista el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM). El proyecto ganador, que ahora se recupera, retocado, fue obra de los arquitectos Ricardo Sánchez y José Ignacio Linazasoro y llevaba el título de “El sol del membrillo”, como aquella película documental de Víctor Erice dedicada al proceso de trabajo del pintor Antonio López.

Sustituyendo a la ballena, según ha trascendido, se instalará un pabellón de vidrio, transparente, con el objetivo de no restar visibilidad a los edificios de la plaza.

El Perro Paco, que no rehúye la polémica, se encuentra entre los defensores de la ballena y otras causas perdidas, quienes gustan de su presencia en la plaza, como un elemento potente, original y con capacidad para romper las líneas dominantes y la rutina, un ejercicio siempre saludable.

Es además una ejecución prematura, pues no son 13 años tiempo suficiente para poder medir si un nuevo elemento arquitectónico se ha ganado o no el corazón de los gatos, si se ha consolidado como nuevo elemento de la ciudad, como apuntó a su manera el señor López en un reciente paseo junto al can por la plaza ya acordonada para su inminente reforma, estando también presentes el señor Martínez y la señora Díaz, todos buenos amigos del Perro Paco.

Sea como fuera, la inmortalidad, el hecho histórico al que quedará ligada la ballena, será aquel mayo nuestro, el 15-M en el que todo pareció posible, en cuyas fotografías siempre tendrá un lugar, aun secundario, con cuyas multitudes dicen las malas lenguas que simpatizó el cetáceo y quizás fue por ello que se decidió su aniquilación muy poco tiempo después. El poder no perdona.

Quizás, sólo quizás, sea mejor seguir pensando que es imposible encontrar una ballena en la Puerta del Sol.

El Perro Paco me ha dicho que te echará de menos, ballena de Sol.   

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