Siempre había tenido intención, cuando aún no me había jubilado, de matricularme en alguna cosa. Siempre lo había pensado, de una forma un poco abstracta. Y llegó el momento, que realmente no fue ni siquiera prejubilación, porque fue un despido, todavía me quedaban años para jubilarme. De repente me encontré con la parte económica más o menos solucionada, por así decir, y tiempo libre. No era por rellenar un tiempo muerto, es que me hacía ilusión.
A mí siempre me ha gustado aprender. Sobre temas que me interesaran, claro, no cualquier cosa. Y me hacía ilusión ese volver a aprender, o ese recordar cosas que hubiera podido saber en el pasado, sin ninguna presión ya de exámenes ni de titulaciones para luego trabajar. Simplemente por el mero y único placer de aprender. Puede que suene repipi pero esa es la verdad.
Yo ya me había documentado de que había estos estudios, que llaman la Universidad para Mayores, que está en la Complutense, pero también en casi toda España. En casi todas las universidades hay estudios parecidos. Esto es a partir de 55 años, te hacen un examen de ingreso, que la verdad es que me salió muy bien, sinceramente, no sé si suspenderán a gente o no, no lo sé. Sé que para mucha gente su motivación era que no habían podido estudiar de jóvenes y querían hacerlo ahora, pero también es verdad que mucha otra gente tenía otros estudios superiores. En mi caso, había cursado en el pasado estudios de Trabajo Social.
Pasión por aprender y por enseñar
Yo la verdad es que sobre todo en los dos primeros cursos y el primer cuatrimestre del tercero, porque ahí ya vino el confinamiento y la cosa cambió, pues he ido con ilusión, he ido con mucho ánimo. Eran dos asignaturas por cuatrimestre, realmente no teníamos exámenes, la fórmula era hacer un trabajo relacionado con la asignatura. Tengo que decir que el 98%, no es que sea yo muy buena sacando porcentajes, prácticamente la totalidad del profesorado, me ha gustado muchísimo. Me ha gustado muchísimo porque he reconocido en ellos una pasión por enseñar, y yo eso lo valoro un montón. No era gente que iba ahí a cubrir el expediente, sino que era gente, algunos un poco mayores, pero la mayoría jóvenes, con ilusión y pasión. También es verdad que debía de haber una especie de feedback, porque ellos también decían que estaban entusiasmados con el hecho de que estos alumnos mayores poníamos muchísima atención. Que ellos, que muchos dan también clases a los grados de jóvenes, y que están pues con el móvil, tonteando, ahí medio aburridos, bueno lo típico. Pero decían que nosotros estábamos todos ahí con el cuello estirado, escuchando, bebiéndonos las palabras del profesor y es verdad que era así.
No me ha costado nada ir, ni el hecho de tener que salir de casa prácticamente a las cuatro, que no es que sea recién comida, pero casi; coger el metro, coger el autobús; no me ha dado nada de pereza eso. Pero sí que es verdad que a partir de marzo de 2020, cuando ya nos quedamos confinados en casa y quedamos reducidos a ver un profesor, que eran recién conocidos, porque habíamos comenzado el cuatrimestre en febrero, pues de repente ceñirnos a verlos por una ventana como es la pantalla, sin ver a los compañeros ni nada, pues la cosa cambió mucho. A mí llegó un momento en el que estaba bastante desmotivada, porque eso ya no tenía nada que ver con la idea. Con la idea y con cómo habían sido los dos primeros cursos y medio.
Un programa educativo centrado en asignaturas de Humanidades
Bueno, aún así se llevó a cabo. En general a mí ya digo que me ha encantado. Las asignaturas son, prácticamente la totalidad, Humanidades, como son Historia de España, desde diferentes épocas; Historia del Arte, también desde diferentes enfoques, desde la prehistoria al arte más moderno. Teníamos un profesor de la Escuela de Bellas Artes, que ese empezó al revés. Ese dijo: vamos a empezar por el final y luego vamos retrocediendo. Estudiamos Sociología, Antropología, Literatura, que es una de mis asignaturas amadas, Literatura Española, claro. Hemos dado también Artes Escénicas, que era teatro y danza. Filosofía, tres cursos de filosofía, también muy bien. Música, con dos profesores que eran una maravilla; uno es director de orquesta, bastante joven, y el otro es musicólogo y crítico musical; sabían muchísimo y eran gente maravillosa, la verdad.
Los trabajos que he hecho no eran obligatorios, eran voluntarios para tener nota. De hecho sé que había compañeros que no hacían los trabajos, no era obligatorio. Yo lo he hecho en todas las asignaturas, excepto en la literatura de cuarto, porque la verdad es que el temario al que nos teníamos que ceñir no me motivaba nada. Fue también cuando me coincidió que yo estaba ya bastante desmotivada porque ya llevábamos un curso entero en casa, sin ese estímulo de hablar con los compañeros, de tomarte un café, de reírte, en fin, el ir y venir, que habíamos perdido, tuvimos esa mala suerte. Y no lo hice. El resto he presentado trabajo para todas las asignaturas. Y en todas prácticamente he tenido buenas notas, he tenido algunos dieces incluso.
Vimos la Evolución de la Vida y la Evolución del Hombre, y la evolución de la vida era una asignatura que no se puede decir que fuera de letras, por así decir, porque era desde la célula, la mitosis, todas estas cosas. Y luego la otra parte de la asignatura era la evolución del hombre, que también era muy bonito, Y el profesor, que era arqueólogo, es con el que fuimos a Atapuerca y era un hombre maravilloso también. Daba gusto oírle, sólo por el gusto de escucharle, lo que sabía. Igual que luego Astrofísica, que saqué un diez, pero no voy a decir que yo considere que he aprendido astrofísica, porque no es así. Es verdad que fue un test, el examen, no lo sabíamos, creíamos que no íbamos a tener examen, y la verdad es que yo para hacer ese test me costó mucho en cuanto a que lo tuve que trabajar pero a base de bien, también sobre los apuntes y también buscando cosas en internet. Tengo todos los vídeos guardados, porque no los quería perder. Sobre las estrellas, sobre los instrumentos que usan los astrónomos, sobre el universo… La primera parte de la asignatura la habíamos iniciado antes del confinamiento, que era una parte más de física y matemáticas, pero la profesora era estupenda, era una chica que tendría… no llegaría a los 50. Yo se lo dije, que era una crack, porque a mí, seguramente por haber tenido malos profesores, nunca me han gustado nada ni las matemáticas, ni la física, ni la química, al contrario, me producían urticaria, sobre todo la física. El que yo viera una mujer joven, que supiera tanto, que lo contara con tanta sencillez, que se te hacía ameno, para mí era un descubrimiento y se lo dije. Le dije: Te estoy muy agradecida, y me dijo, pues hombre, me alegro.
Para mí la experiencia ha sido estupenda, yo animaría a cualquiera que tenga más o menos el gusanillo de aprender, por el gusto de saber. A mí me ha espabilado mucho, porque aunque yo nunca he estado así como apelmazada, sino que siempre he leído, trabajando también he tenido que aprender cosas, aunque fuera por obligación…. Pero a mí me ha despertado mucho, porque he aprendido muchas cosas de las que no sabía, otras las he recordado, y bueno pues ahora también he ampliado el arco de mis intereses. Aunque a mí me interesa casi todo, ahora más.
¡Enhorabuena Irene!
Todo un ejemplo de superación. Comparto tu experiencia con mi hija adolescente, que este curso se le ha atragantado el estudio. Ojalá encuentre esa pasión por aprender 📚💪
Muchas gracias por tus palabras!!
Bueno, ya se sabe que en la adolescencia hay subidas y bajadas, seguro que tu hija encuentra también la pasión por el conocimiento….
Un beso