Risco de las Cuevas - Vega del Tajuña

Risco de las Cuevas: Tagonius, carpetanos y una de romanos

Cogemos la bicicleta y desde el cementerio de Perales de Tajuña pedaleamos por la ‘vía verde’ en dirección a Tielmes. En menos de 10 minutos llegamos a nuestro destino, como teletransportados por una ‘máquina del tiempo’. Os describimos lo que vemos y algo más de historia. Para la revista El Perro Paco, hoy visitamos el Risco de las Cuevas con nuestro amigo y arqueólogo Iván Manzano Espinosa, al cual agradecemos su paseo didáctico, para conocer algo más del Tajuña en la época de la Carpetania celtíbera.

Tagonius es como llamaban los romanos al río Tajuña. El cauce fluvial ha horadado un verde y fértil valle, que corta o taja, como su hermano mayor el Tajo, la típica meseta castellana, más árida, menos arbolada y destinada principalmente a cultivos de cereal, viñedos y olivares -la trilogía agrícola mediterránea-. El río ha abierto tajo en las rocas yesíferas de la zona a lo largo de millones de años. La vega del Tajuña, que acumula los sedimentos que viento, lluvia y el propio río traen de tierras más altas, es mucho más rica en nutrientes y se aprecia a simple vista por un bosque de ribera que escolta las aguas del Tajuña a lo largo de su curso. La vega se ha cultivado desde tiempos inmemoriales para cultivos hortícolas de regadío, más exigentes en agua y nutrientes. Aun hoy, gran parte de las tierras ribereñas se siguen destinando a huertas profesionales o familiares de autoconsumo.

Pero antes de que los romanos llamasen Tagonius al Tajuña, otro pueblo moraba el valle: la tribu celtíbera de los carpetanos o carpesios. De los carpetanos y carpetanas se han descubierto recientemente epígrafes y símbolos -estudios de Juan Francisco Blanco de 2015-, pero esta escritura nos resulta a día de hoy indescifrable. Así que no sabemos cómo nombraban al río que vertebraba su valle. De hecho, cómo se nombraban a sí mismos tampoco lo sabemos, pues el nombre de carpetanos es de la época romana. “La historia la escriben los vencedores” o eso dicen.

Hace mucho, mucho tiempo…

Hace 20 millones de años, la zona del Risco de la Cuevas, actualmente en el término municipal de Perales de Tajuña, era un gran lago salino, que poco a poco fue transformando las sales y sedimentos que le llegaban del entorno en arcillas y yesos, que aún hoy se pueden ver en el escarpe de la ladera. Hace 8 millones de años en el lago se abrió una vía de escape para sus aguas, por lo que el lago fue desapareciendo como tal.

Según los estudios arqueológicos efectuados en la zona, como nos explica Iván, el valle del Tajuña ha estado poblado ininterrumpidamente desde el Paleolítico, época de cazadores y recolectores nómadas o semi-nómadas. Los poblados neolíticos de los primeros agricultores y ganaderos también tienen presencia en el Tajuña. Posteriormente nos adentramos en la Edad de los Metales: primero la Edad de Bronce (3500-1200 a.C. aproximadamente) y posteriormente la tribu celtíbera de los carpetanos en la Edad de Hierro. Cartagineses y romanos, en pugna por su hegemonía en el mundo mediterráneo de la Antigüedad, llegarían a la Península Ibérica para conquistar sus riquezas. Los territorios de la Carpetania sufrirían los combates contra púnicos y romanos, antes de asimilarse definitivamente dentro de la Hispania romana (siglo II de nuestra era). La Edad Media, visigoda primero y musulmana y cristiana después, también ha dejado su huella en la zona de estudio que nos ocupa hoy.

Se calcula en más de 250 yacimientos los encontrados en la vega del Tajuña desde el Paleolítico hasta la época medieval. Sin duda, la fertilidad de la zona y su riqueza en flora y fauna fueron un aliciente para el establecimiento de todas esas poblaciones. ¿Se podrá decir lo mismo de la zona dentro de otros 2.000 años?

Nuestro arqueólogo nos señala el camino / Javi Prieto Sancho

El Risco de las Cuevas, una aldea de la Carpetania

La tribu celta de los carpetanos o carpesios son un conjunto de pueblos independientes entre sí, pero que comparten una misma cultura, muy influenciada por los iberos del Levante peninsular, por lo que comúnmente se les engloba dentro de los pueblos celtíberos. La Carpetania sería pues un área cultural de pueblos que se extendían por las actuales provincias de Madrid, Toledo y parte de Cuenca y Guadalajara. Los carpetanos, sin ser una tribu especialmente guerrera, como los arévacos que protagonizaron la épica resistencia de Numancia, sí habrían luchado primero contra cartagineses y después, aliados con vetones y celtíberos, contra las legiones romanas para preservar su independencia y modo de vida. En este contexto es donde debemos situar el Risco de las Cuevas, como un poblamiento carpetano.

A partir del siglo VI a.C., en la Edad del Hierro, se empiezan a estabilizar los asentamientos y castros celtibéricos, antes mucho más provisionales o estacionales. Posiblemente núcleos de población celta, emigrados desde Europa central, se funden con las poblaciones locales ya presentes en la zona. A partir del siglo IV a.C., la influencia de la cultura íbera desarrolla la alfarería con el torno, mejora la siderurgia o la molienda de las cosechas de cereal -cebada y trigo, principalmente-. Entre el 220 y el 179 a.C., los carpesios pelearían contra cartagineses primero y romanos después, que los acabarían conquistando y asimilando, fundiéndose en la población hispanorromana que se desarrollaría en la Península Ibérica.

Los carpetanos y carpetanas no tendrían mucha desigualdad social, ya que no se conocen enterramientos extremadamente suntuosos. Tampoco tendrían estructura estatal, a diferencia de los romanos por ejemplo. Los pueblos eran independientes unos de otros y se gobernarían mediante una asamblea y un consejo de magistrados. Dentro de la población sí que existirían diferencias entre una casta guerrera y campesinado y artesanos. Aunque a la guerra no solo irían los guerreros, posiblemente. A pesar de ello, gozaban de buena coordinación con sus vecinos, como atestiguan las fuentes antiguas al mencionar cómo el cartaginés Aníbal se encontró con la oposición de un ejército carpetano de alrededor de 40.000 guerreros cuando quiso conquistar su territorio. La agricultura, el pastoreo y el comercio serían los pilares económicos de estos pueblos prerromanos.

Nos cuenta Iván, que el Tajuña en aquella época sería un auténtico vergel, con una arboleda exuberante. Posiblemente las mismas especies que tenemos hoy en día en el bosque de ribera que bordea el río, pero a lo largo y ancho de toda la vega: álamos blancos y negros, coscojas y encinas, de las que se utilizaría mucho la bellota como fruto y para hacer harina. También habría pinos silvestres, manzanos, almendros, ciruelos, higueras, avellanos y una gran riqueza de sotobosque y arbustos. Posiblemente estaría ya presente el olivo, introducido en la Península Ibérica por los fenicios primero, a través del Levante hacia el año 1000 a.C., y extendido por púnicos o cartagineses después, así como por la transmisión cultural entre los pueblos iberos y los celtas del interior. Recordemos que los carpetanos eran un pueblo de raíz indoeuropea, celtas, pero ampliamente influenciados por la cultura ibera presente en todo el litoral mediterráneo de la Península.

Las tierras de cultivo, para una población menor y con herramientas prehistóricas, serían la excepción a la tónica general. Justo al revés de lo que vemos ahora en la vega. La agricultura carpesia cultivaría cereales como el trigo y la cebada, leguminosas como lentejas, guisantes o habas y también productos hortícolas como la zanahoria, el apio o el comino, que alcanzó fama en el mundo romano.

Si la vegetación era pues mucho más frondosa, imaginamos fácilmente también que el reino animal sería mucho más rico y variado, con gran presencia de hervíboros de la familia de los cérvidos o el conejo, del cual los fenicios dieron nombre a nuestra Península. Iberia sería ‘tierra de conejos‘ antes de ser la Hispania romana. La caza y el pastoreo, fundamentalmente de ovejas y cabras, tenían mucha importancia en la sociedad carpetana. Las vacas y bueyes serían utilizadas como animales de tiro. Es sabido que las tribus celtíberas solían tener buenos jinetes y muy buena relación con los caballos.

En ese valle exuberante y lleno de recursos naturales, algunos primeros moradores habrían buscado el refugio de las cuevas en el escarpe orientado al sol. Las cuevas serían fácilmente excavadas en la roca yesífera y darían un hogar con una temperatura ideal y estable tanto contra el frío invierno como contra el abrasador verano. Asimismo, serían un emplazamiento en alto fácilmente defendible frente a amenazas foráneas. Una estructura de andamios y escalas de madera, darían acceso a las casi 50 casas rupestres que estamos estudiando. Posiblemente en el ‘llano’, en lo alto de la ladera, habría también construcciones de madera, quizá de vigilancia, y a pie de valle quizá corrales y cercados para rebaños de ovejas y cabras.

Los carpetanos, como el resto de pueblos celtíberos, practicaban una religión politeísta, con múltiples deidades vinculadas a la Naturaleza y la Madre Tierra. Para estas poblaciones, los bosques, determinados árboles singulares -como las encinas centenarias-, los ríos o manantiales eran considerados lugares sagrados donde se relacionarían de una forma más estrecha con sus espíritus y dioses. Dentro de la mitología carpesia, animales como los toros o los buitres también ocuparían un lugar destacado. Los guerreros muertos en combate, por ejemplo, se abandonaban a los buitres para que los carroñeros se los comieran y en su posterior vuelo llevasen sus almas junto a los dioses.

El mundo desde el hogar de los carpesios / Javi Prieto Sancho, cronista carpetano

Caraca: una de romanos

Hasta hace bien poco, se consideraba que el Risco de las Cuevas podría ser la histórica ‘ciudad’ carpetana de Caraca que cita el historiador romano Plutarco, cerca del río Tagonius. Durante la época de la República de Roma, más concretamente entre los siglos II y I a.C., el político y militar romano Quinto Sertorio habría combatido contra un pueblo de ‘bárbaros’ que vivían en cuevas horadadas en la ladera de un monte. Los ‘bárbaros’ a los que aluden las fuentes romanas, serían un pueblo carpetano. Recordemos que para los romanos, todos los pueblos más allá de sus fronteras eran ‘bárbaros’. Como decimos, hasta hace bien poco, se consideraba que ese pueblo de Caraca podría ser el establecido en aquella época en el Risco de las Cuevas. No obstante, las últimas investigaciones arqueológicas, datadas en 2017, parecen rebatir esta tesis y confirmar que el emplazamiento de la mítica población de Caraca estaría situado en las inmediaciones de la actual Driebes (Guadalajara).

En cualquier caso, como siempre queda mucho por investigar, no podemos descartar que las legiones romanas llegaran antaño hasta el Risco de las Cuevas y que tratasen de someter al pueblo allá ubicado. Prestos a defender sus hogares, gentes y animales, las personas del Risco bien pudieron emprenderla contra los romanos con el lanzamiento de todo tipo de lanzas, flechas y piedras de sus honderos. Por la zona sí que se han encontrado proyectiles de este tipo. Finalmente, pese a su heroica resistencia, habrían tenido que rendirse al poderío de la primera potencia militar de la época y comenzaría otra etapa de este trozo del Tajuña. Pero esta historia ya no es la que nos toca contar hoy.

El arqueólogo, Iván Manzano Espinosa, y yo volvemos sobre nuestros pasos, dialogando sobre lo visto e imaginado para alumbrar esta ‘crónica carpetana’ que esperemos les haya gustado. Disfrutando de una cerveza, en un jardín de Perales de Tajuña, dos amigos nos despedimos prometiéndoles, si nos dan algo de tiempo, otra historia que pueda ser de su agrado.

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            Javi Prieto Sancho, ‘cronista carpetano’

El Risco de las Cuevas habitado. Ilustración de Iván Manzano Espinosa

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2 Replies to “Risco de las Cuevas: Tagonius, carpetanos y una de romanos”

  1. Hola me llamo David, sobrino de Luis y Loli, vecinos tuyos en Perales de Tajuña, y me ha encantado la narración histórica que has realizado, junto con tú amigo Iván Manzano, arqueólogo. Enhorabuena a ambos y después del verano esperemos que te animes a seguir escribiendo estás crónicas tan chulas. Un abrazo!!

  2. Muchas gracias por leernos David. Te recomiendo que eches un ojo a «El perro Paco». Hay otros autores y autoras con «paquerías» muy interesantes.

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