Estanque de nenúfares del Jardín Botánico

Paseo estival por el Real Jardín Botánico de Madrid

Quien estas letras escribe es periodista de vocación y de formación, pero por cuestiones que no vienen a cuento reseñar y porque uno es inquieto y tiene unas cuantas vocaciones de más, desde hace años se gana el pan como jardinero y antes como hortelano. Dicen que aprendiz de mucho, maestro de nada, así que sin pretender dar ninguna lección de botánica ni de periodismo, les contaré un poco de nuestro paseo de verano por el Real Jardín Botánico de Madrid. Así disfruto yo el doble de nuestra visita familiar y de paso les pico el gusanillo para que exploren este museo natural, que poco de envidiar tiene a su vecino el Museo del Prado, y donde no están tan mal vistas las alocadas carreras y el griterío característico de las pequeñas criaturas -no, no hablo de las mascotas.

El Jardín Botánico fue creado en 1774 por orden del rey ilustrado Carlos III, para muchos historiadores uno de los mejores reyes de España y considerado también como uno de los mejores ‘alcaldes’ de Madrid. No es este un artículo de botánica y no vamos a entrar en detalle de lo mucho que vimos o de lo mucho que se puede ver. Ese esfuerzo y ese placer lo tendrán que hacer ustedes. Pero dejemos ya tanto preámbulo, que nos va a llegar la caída de las hojas antes de que mencionemos una sola planta.

Árbol de Júpiter en flor
Árbol de Júpiter, en flor a finales de agosto / Javier Prieto Sancho

Para los más ordenados, nada más pasar por taquilla tienen unos planos donde te detallan lo que hay en cada parterre. Pero pueden hacer como nosotros y perderse en el laberinto de caminos sin más brújula que el disfrute de sus sentidos: vista y olfato sobre todo. En este verano tan caluroso del Madrid del ‘calentamiento global’, resulta gratificante encontrarte a poco de entrar con un florido árbol de Júpiter (Lagerstroemia indica) y unos metros más adelante una achira (Canna indica) que parece retar al agosto castizo con el verdor de sus hojas y su floración incipiente. Si el árbol de Júpiter nos llevaba a China y Corea y la Canna a Sudamérica, de donde son originarias estas plantas, con el ricino (Ricinus communis) de rojizo tallo, nos vamos al África tropical. Como ven, en solo unos pasos hemos recorrido el planeta Tierra, sin pisar el manido césped típico del jardín anglosajón. De hecho, más de un visitante se sorprenderá de lo espectacular que puede ser un jardín, sin apenas praderas, como lo es el Jardín Botánico.

Un roble de más de 100 años en el Jardín Botánico
Un roble de más de 100 años / JPS

En nuestro caminar nos toparemos con los árboles singulares, debidamente señalizados, y que representan obras de arte vivas, centenarias en muchos casos, que son al Real Jardín, como “Las meninas” al Prado, por ejemplo. Destacamos hoy de nuestro paseo el viejo roble (Quercus robur) que atrapó nuestra atención. De las palmeras nos vamos a quedar con la canaria (Phoenix canariensis), que hoy estaba especialmente bella con sus frutos rojizos entre sus verdes palmas. Y sin salir de Canarias nos encontramos con una de las novedades del Real Jardín Botánico de este verano: el jardín zen, construido con más de 70 toneladas de lava del volcán Cumbre Vieja, que se mantuvo en erupción desde el 19 de septiembre hasta el 25 de diciembre de 2021. Se trata de un proyecto de Casa Asia, ideado por el arquitecto japonés Hiroya Tanaka, como homenaje a la isla canaria de La Palma.

Como cualquier parque, el Jardín Botánico también cuenta con su pequeña fauna. Es fácil que veamos aves como las urracas, patos, palomas, gorriones y otros algo más tímidos como petirrojos o verderones. En nuestro paseo, también conversamos con una mujer, anciana vecina que viene cada día al parque, que alimenta a los cuatro o cinco gatos callejeros que los gestores del Botánico permiten que merodeen por el jardín. Se trata de una ‘colonia felina’ tolerada y controlada, que equilibra la presencia de roedores en el parque, sin suponer un peligro para la proliferación de aves. Y si hacemos la visita con peques, podremos proponer la búsqueda de las ranas que se camuflan entre las espadañas y nenúfares de los estanques de agua.

Como tampoco queremos que se nos vaya de las manos esta crónica botánica -que ya saben que no es tal-, vamos a ir cerrando ya con tres recomendaciones, que la niña pequeña se nos empieza a cansar y el plan es que disfruten con la Naturaleza y que se queden con buen sabor de boca. Ahí van las recomendaciones finales:

Jardín zen construido con lava del volcán Cumbre Vieja / JPS
Jardín zen construido con lava del volcán Cumbre Vieja / JPS

Primera. Independientemente de su opción política, no dejen de visitar el camino de los bonsáis que se inició con la donación de la colección privada del expresidente Felipe González. Nos reservamos nuestra opinión sobre sus políticas, pero si alguno de los bonsáis que hemos podido contemplar han pasado alguna vez por sus manos, debemos reconocer al menos un punto a su favor. Son todos preciosos, de ensueño. Elegimos mostrarles la versión bonsái del árbol de Júpiter, que ya vimos al comienzo de este artículo, por estar en floración. Pero podríamos escribir una crónica exclusiva de la terraza de los bonsáis. Y quizá lo hagamos.

Segunda recomendación. Sosieguen sus pasos junto al estanque de nenúfares y concentren su atención en el nadar de los peces. Increíble que el bullicio de Atocha esté a 500 metros de donde nos encontramos, ¿verdad?

Tercera y última: piérdanse un ratito en la selva tropical de los invernaderos que hay junto a la salida. Cuidado con las plantas carnívoras.

Acabamos de dar la vuelta al mundo en un paseo matutino. Nosotros nos vamos ya, las plantas del Real Jardín Botánico se quedan, al cuidado de sus jardineros y jardineras, para el disfrute de toda persona amante de lo bello.

No es la primera vez que el Perro Paco se cuela en el laberinto de pasillos del Botánico, a pesar de que nuestras compañeras mascotas están prohibidas en sus caminos, ojo. Les recomiendo, si les gusta la Naturaleza, pasear por el Real Jardín a través de nuestras letras y que en cuanto saquen una mañana o tarde libre se acerquen en persona. Esperamos darles envidia sana y por qué no, encontrarnos en nuestra próxima visita, quizá con la caída de la hoja en otoño.

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            Javier Prieto Sancho, paseante

Versión bonsai del árbol de Júpiter / JPS
Versión bonsai del árbol de Júpiter / JPS
Vaya hojas luce la achira o canna / JPS
Ricino en floración / JPS
La palmera canaria / JPS
Cuidado con las plantas carnívoras de la selva tropical / JPS
Cuidado con las plantas carnívoras de la selva tropical / JPS

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2 Replies to “Paseo estival por el Real Jardín Botánico de Madrid”

  1. Estupendo y ameno artículo, genial descripción de lo que se encuentra dentro del jardín.
    Hay que reconocer que somos unos dejados, al menos en mi caso, tenemos una maravilla
    cerca de casa y un día por otro no vamos a visitarla, a ver si soy capaz de sacar tiempo y me acerco a verlo.

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