¿Qué harías tú si tu empresa te debe parte de tu trabajo y no te quiere pagar? ¿Hasta dónde soportarías un trato que consideras vejatorio por parte de un jefe? ¿Crees que los sindicatos valen para algo?
2017. Gijón, Asturias.
Una trabajadora de una pastelería, La Suiza, acude al sindicato local de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). No quiere volver a trabajar para dicha empresa, una vez acabe su baja de maternidad. La obrera está harta del trato humillante, a su juicio, que recibe por parte del jefe y dueño del obrador. La trabajadora, estando embarazada, es obligada a realizar tareas que ponen en riesgo su gestación, como mover un saco de harina de 25 kilos, que le provocó un sangrado. Los médicos, finalmente, le dieron la baja por “riesgo de aborto”. Asimismo, se le adeudan alrededor de 80 horas extraordinarias sin pagar y las vacaciones, que no han sido ni disfrutadas ni retribuidas.
En el sindicato es asesorada sobre sus derechos. A petición de la trabajadora, la organización obrera intenta dialogar con el empresario para solucionar el conflicto y que pague lo que debe. El empresario, familiar de un político local de un partido conservador, se muestra reacio a entablar diálogo alguno con la delegación sindical. ¿Comportamiento clasista?
Se abre el conflicto laboral. Personas solidarias, organizadas en el sindicato de Gijón, comienzan a realizar concentraciones pacíficas frente a la pastelería. Los piquetes informativos trasladan los hechos, mediante pancartas, panfletos y proclamas, a la ciudadanía asturiana que por allí pasea. La campaña informativa se extiende a las redes sociales. Las concentraciones están comunicadas a la delegación del gobierno y la policía no interviene más que para realizar identificaciones rutinarias. Nada de altercados. Todo legal.
Finalmente, el empresario, a través del abogado de la empresa, paga su deuda a una delegación sindical. Al día siguiente dos sindicalistas son detenidas. Lejos de amedrentarse, las personas del sindicato redoblan su lucha, la solidaridad se extiende y se producen concentraciones de protesta de 60 personas frente a La Suiza, para manifestar su repulsa por las detenciones.
¿Pudiera haber conversaciones entre algún político local con influencia y algún mando policial, para que un conflicto laboral degenere de este modo? Muchas personas en Asturias, tierra de gran tradición de luchas obreras y sindicales, se plantean esta pregunta.
El juez Lino Rubio Mayo juzga el caso. El magistrado es conocido en Asturias por condenas polémicas y duras a jóvenes insumisos al servicio militar obligatorio y a sindicalistas de astilleros. Sonado fue el caso Cándido y Morala, que inspiró la película “Los lunes al sol”, de Fernando León de Aranoa. Volviendo al conflicto de la pastelería La Suiza, ocho sindicalistas, la mayoría mujeres, son condenados a penas de cárcel y una cuantiosa multa por “coacciones graves reiteradas” y “obstrucción a la justicia”. A juicio del sindicato la sentencia es un despropósito, pues tan solo se han ejercitado derechos laborales básicos en este país. A saber: asesorar a una trabajadora, intentar dialogar y negociar con un empresario, informar sobre un conflicto laboral y manifestarse de forma pacífica para denunciar públicamente los hechos.
La sentencia fue recurrida al Tribunal Superior de Justicia de Asturias, que absolvió a dos de las ocho personas condenadas en un principio, manteniendo penas de prisión a las seis restantes. Ahora la pelota está en el tejado del Tribunal Supremo. Cinco años después, cinco mujeres y un varón, siguen con su vida pendiente de un hilo ante la posibilidad de tener que ir más de tres años a la cárcel por hacer sindicalismo.
24 de septiembre de 2022, Madrid.
Este fin de semana ha sido Madrid, el Madrid rebelde, el que se ha juntado con miles de personas venidas desde los cuatro puntos cardinales del país para volver a reclamar justicia y la absolución de las personas condenadas, porque hacer sindicalismo no es delito, no al menos en un Estado que se dice democrático.
Más de 5.000 personas recorrieron el centro de Madrid en apoyo a las trabajadoras y el trabajador condenados a prisión. La manifestación parte del Ministerio de Justicia, avanza hasta Gran Vía y desde la Plaza del Callao baja a la Puerta del Sol. Los lemas más repetidos son por la “Absolución compañeras de Xixón”, “Hacer sindicalismo no es delito” y “La fuerza del obrero, la solidaridad”. Muchas banderas rojinegras ondean al viento y las gargantas no paran de lanzar consignas, mezclándose la rabia y la esperanza. También están presentes trabajadores y trabajadoras de otras organizaciones de clase como CGT, Solidaridad Obrera, CoBas o la Plataforma Sindical de la EMT. Desde Jacinto Benavente, la marcha avanza hacia Atocha, en un ambiente reivindicativo y alegre.
Siglo XXI. España.
En la novela “Centauros”, de Alberto Vázquez Figueroa, leí que “si a un miserable se le da poder, el miserable no se convierte en poderoso, sino que es el poder el que se convierte en miserable”.
El caso de las 6 de la Suiza es poco mediático. La precariedad y las luchas laborales venden poco en la sociedad del Espectáculo que nos cuentan por las pantallas de la tele y del móvil. Pero la solidaridad no ha dejado de existir y agrandarse en estos cinco años. Sin ir más lejos, el verano pasado, miles de personas recorrieron Gijón en manifestación exigiendo la absolución de las personas condenadas, pues hacer sindicalismo no es delito.
Este conflicto laboral, que empezó en una pastelería de Gijón y que afectaba a solo una trabajadora, ha traspasado Asturias porque en realidad afecta a muchas personas. Las sentencias de La Suiza, en primera y segunda instancia, son un ataque directo a miles de personas que trabajan en precario, en pequeñas y medianas empresas, como es el caso de la hostelería, donde apenas hay afiliación y representación sindical. En un sector donde las patadas al derecho laboral básico están a la orden del día por parte de la patronal, estas sentencias judiciales criminalizan, sin embargo, la forma de proceder del sindicalismo de clase. La condena a prisión de las sindicalistas asturianas supone una condena potencial a los modos tradicionales de acción del movimiento obrero: la asamblea, la acción directa de los trabajadores tratando directamente con el empresario, los piquetes informativos y la extensión del conflicto laboral a través de la solidaridad. Los tribunales equiparan acción sindical con actividades delictivas propias de la mafia. Sin embargo, conocemos pocas mafias que actúen a plena luz del día, dando la cara y además publicitando su acción en redes sociales.
Pareciera que desde los poderes fácticos del país, se quisiera dar un aviso a navegantes, ante el más que posible incremento de la conflictividad social, en un escenario de empeoramiento de las condiciones de vida para amplias capas de la población. Las crisis energética, climática y económica que ya estamos empezando a vivir, golpearán con mayor fuerza a la clase trabajadora, como ya pasó en el 2008. Resulta paradójico que en un país azotado por la corrupción de una parte importante de las élites, con un desempleo juvenil crónico y donde tener un trabajo no te asegura evitar el riesgo de pobreza, sean precisamente unas sindicalistas las que puedan acabar en la cárcel por defender los derechos de una trabajadora.
Las 6 de La Suiza cuentan con el apoyo y las simpatías de miles de trabajadores y trabajadoras de todo el país. El caso está en el Tribunal Supremo y, según sus protagonistas, no se va a parar el movimiento de solidaridad hasta lograr su absolución. El Supremo puede hacer Justicia y si no lo hace, el camino seguirá al Tribunal Constitucional o al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo de la UE. Quizá piensen que en los tribunales se está juzgando a seis personas por hacer sindicalismo, pero lo que se está dilucidando de verdad es la calidad democrática de las instituciones y la capacidad de la sociedad de rebelarse ante la injusticia.
Desde la tribuna de oradores, en el mitin sindical que puso la guinda a una buena jornada de rebeldía y solidaridad, varias de las personas condenadas a penas de cárcel por hacer sindicalismo decían: “Lo volvería a hacer”. Para muchos trabajadores y trabajadoras es todo un orgullo caminar junto a ellas en este duro camino. Los derechos y libertades que hoy disfrutamos se han conquistado con la dignidad de personas como estas sindicalistas.
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Alejandro Prieto
Muy bien explicado, a mí juicio, un conflicto cuyo fondo va de: a ver quién se atreve en el futuro a hacer la necesaria labor sindical porque aquí estamos los jueces para pisotesr los derechos fundamentales, empezando por el derecho a la justicia misma; a ver quién se atreve en un futuro a emprender acciónes sociales en defensa de los más vulnerables dentro del marco de la legalidad porque aquí estamos los jueces para impedir que personas con este perfil tan peligroso tengan un asiento en el Congreso cuya presidenta dejó desamparado a Alberto a quien, sin embargo nosotras no olvidamos y cuya vuelta estamos esperando.
Gracias por poner de manifiesto que, una vez más, los poderes fácticos intentan subvertir la democracia, que la democracia requiere, por parte del pueblo de una vigilancia continua y de un constante rabajo de poner límites a dichos poderes que una y otra vez tienen la tentación de conseguir parasitar la democracia y a los que les cuesta relativamente poco ponerse de acuerdo para pasar a la acción arrastrando para ello a la justicia ya las fuerzas del orden. La democracia está en constante peligro; nuestros derechos fundamentales están en peligro constante. En este momento el poder judicial y sus instituciones están neutralizados. Nosotros, desamparados.
Muchas gracias y un saludo.
Gracias a ti, Carmen, por leernos y compartir tus reflexiones.
Gracias, Alejandro por tu artículo. Divulgativo y ameno.
Me ha gustado mucho…
Efectivamente, el sindicalismo no es un delito…
Gracias, Irene, por tu buena crítica y por leernos.
A ver si, entre todos y todas, logramos romper el silencio de los medios de comunicación sobre este caso. Las sindicalistas asturianas agradecen mucho su difusión. Visibilizar la injusticia es el primer paso para cambiarla.