Postales de mi memoria

Hace algunos años, el día primero de noviembre, festividad de Todos los Santos, se celebraba de forma muy distinta a la de ahora. Se acostumbraba a visitar los cementerios, donde descansan tus seres queridos su sueño eterno. Realmente su ‘fiesta’ es el 2 de noviembre, Día de Difuntos, pero como el día 1 era festivo y no se trabajaba, se aprovechaba para ir a visitarlos. Había una gran cantidad de personas que, en todos los medios de transporte urbano, autobuses sobre todo, dado que el número de los que poseían coche propio era muy reducido, se dirigían a la necrópolis. Y llevaban flores, claro. Por la noche, del 1 al 2 de noviembre, se acostumbraba a poner lamparillas encendidas en un recipiente con aceite, una por cada ser querido que se había ido.

Muy diferente a los tiempos actuales, que lo que se celebra es la fiesta de Halloween y su cortejo de brujas, murciélagos y calabazas, importada de otras tierras y aún bastante ajena para muchas personas. Ah! Y no debemos olvidar los buñuelos de viento y los huesos de santo, dulce típico de estos días.

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Irene Paz

* Fotografía: Sacramental de San Justo. Carabanchel, Madrid. El Perro Paco