Una pequeña gran multitud volvió el pasado sábado 12 de noviembre, como tantas veces antes, a llenar la madrileña calle Atocha con las banderas del Sahara libre. Era la cita anual de la manifestación estatal convocada por la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sahara (CEAS-SAHARA).
Los colores verde, rojo, blanco y negro de la bandera de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), junto a las vistosas melfas (vestidos tradicionales) de las mujeres saharauis, se hicieron hueco en una ciudad que amaneció gris y lluviosa para acabar aclarándose al paso de la manifestación y dejar finalmente espacio a un sol que acabó calentando al personal en la Plaza de Santa Ana, donde finalizó la marcha. La misma y sencilla metáfora en clave de esperanza fue utilizada por uno de los oradores en el estrado para hablar de la actual situación, bajo grises nubarrones, de la causa saharaui.
Esta histórica movilización anual presenta dos rasgos de identidad que son muy especiales y también muy potentes: por una parte, la nutrida presencia de las asociaciones provinciales y autonómicas de solidaridad con el Sahara, un tejido rico y con mucha tradición de compromiso a sus espaldas, la mejor representación de eso que alguien llamó la ternura de los pueblos. Por otra, aunque del todo unidas, la comunidad saharaui en España, siempre muy bien representada en la manifestación, desplazada igualmente a Madrid desde todos los puntos cardinales del país. Una presencia que es siempre joven, aunque no sólo, y combativa, y que le pone el ruido y la rabia a la marcha.
Mi amigo el Perro Paco intenta no perderse nunca esta cita anual y suele ser relativamente fácil encontrarle entre la gente, mezclándose con esa juventud saharaui que, año tras año, generación tras generación, se desgañita por la calle Atocha gritando en el centro de la capital de la antigua potencia colonizadora la injusticia cometida contra su pueblo, contra ellos, contra sus padres y madres, contra sus abuelos. Porque ya son 47 años desde que España abandonara el territorio del Sahara sin acompañar el proceso debido de descolonización, sin hacer las cosas bien, dejando al pueblo saharaui a merced de las ambiciones geopolíticas de sus vecinos Marruecos y Mauritania, que, ‘Acuerdos de Madrid’ mediante, pasaron a repartirse el territorio.
La convocatoria de este año se daba en un contexto muy complicado y diría que pesimista, después del histórico cambio de postura protagonizado en el pasado mes de marzo por el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, que transmitió al rey de Marruecos, Mohammed VI, a través de una carta, su decisión de avalar en nombre de España los planes marroquíes para el Sahara, en contra de la voluntad del pueblo saharaui y cambiando de la noche a la mañana la consolidada postura oficial de la política exterior española respecto al Sahara. Una postura siempre tímida y timorata, por otra parte, que pocos resultados había conseguido en favor del pueblo saharaui, como a la vista está.
¿Cuál fue la palanca utilizada por Marruecos para hacer presión y forzar el esperpéntico volantazo del Gobierno español? Son muchas las cartas con las que cuenta el vecino del sur para presionar al gobierno, pero estas son las mismas desde hace bastante tiempo. ¿Qué hubo diferente esta vez? ¿Lo hubo realmente? No lo sabe el Perro Paco, según dice por lo menos, aunque por su gesto misterioso veo que alguna sospecha alberga. Descubrirlo es un trabajo para el periodismo. Aquí somos sólo humildes paseantes y cronistas de la Villa de Madrid.
El caso es que en respuesta a esta nueva traición al pueblo saharaui, la enésima, del Gobierno de España, los manifestantes gritaron “¡Sánchez, atiende, el Sahara no se vende!”, o “¡Sánchez escucha, el Sahara está en la lucha!”. Junto a estos cánticos predominantes, se escucharon algunos clásicos de siempre como “¡Viva la lucha del pueblo saharaui!”, “¡Sahara libertad, Polisario vencerá!” y el irreproducible, para este perro vagabundo y sin idiomas, grito de guerra en hassanía (dialecto árabe de los saharauis) llamando a continuar resistiendo hasta la autodeterminación. Una bola extra entre los hits del 12-N: “¡Marruecos asesina, España patrocina!”.
La manifestación subió calle arriba por Atocha hasta que finalmente se acabó desviando hacia la mencionada Plaza de Santa Ana, en el barrio de Huertas, lugar elegido una vez más para la finalización de la marcha y para la intervención y discursos de las distintas organizaciones sindicales, sociales y políticas que apoyaban la manifestación.
El Perro Paco no es excesivamente amigo de los discursos, especialmente cuando les llega el turno a los partidos políticos, por aquello de las promesas y el chau chau. Menos aún cuando se trata de la lucha del pueblo saharaui:
– Mira, amigo, si a todos los políticos que han prometido defender la causa saharaui se les tragara la lengua, habría muchos mudos en el parlamento. Y hasta en el consejo de ministros. Y no digamos en las tertulias de radio y televisión. Queda muy bonito estar a favor del pueblo saharaui. Pero luego qué.
Esto me dijo el Perro Paco, vaya carácter tiene este can.
No obstante, antes de irse, el Perro Paco escuchó a Xavier Serra, presidente de CEAS-Sahara y por tanto representante de las organizaciones solidarias con el Sahara de todo el Estado, quien pidió que España deje de “ceder de forma permanente al chantaje de Marruecos”. Serra afirmó que defender el derecho de autodeterminación para el pueblo saharaui es una cuestión de defender los derechos humanos y el ordenamiento jurídico internacional. Incidió en que el modo elegido por Sánchez para el citado cambio de rumbo de la posición española hacia el conflicto ha sido muy irregular, a través de una simple carta dirigida al rey Mohammed VI, subrayando -y esto es interesante- que ese supuesto cambio de postura no ha sido refrendado en los espacios oficiales de decisión soberana, como el consejo de ministros o las cámaras parlamentarias. Algo que probablemente sea calculado y revista una importancia no desvelada, pero que nos deja a los simples plebeyos con cara de tontos.
Y con la mezcla de alegría y tristeza que siempre se funden en el corazón cuando se asiste a la marcha estatal por el Sahara, el Perro Paco se marchó por donde vino en busca de un lugar donde encontrar manduca.
Desde las calles de Madrid, en un fin de semana en el que volvieron a llenarse de rebeldía, primero por la lucha antifascista y la memoria de Carlos, después con el Sahara, y por fin con la marcha por la sanidad pública del domingo, se despide este chucho de ustedes, por mediación de un escriba atolondrado.
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El Perro Paco
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La calle Atocha en su cita anual con el pueblo saharaui / SGZ