Postales de mi memoria
Como aves precursoras
de primavera…
Así empieza una vieja canción refiriéndose a las violeteras,
pero no vamos a hablar de violeteras
ni de primavera,
pero sí de otras precursoras:
las castañeras de Madrid.
¿Quiénes mejor que ellas nos anuncian la llegada
de las estaciones frías?
Gracias a ellas
-son casi al cien por cien mujeres-,
las calles empiezan a oler a castañas asadas.
Aparte de su delicioso sabor
ese cucurucho calentito nos calienta las manos.
En una gran ciudad
como Madrid,
con sus plazas, con sus calles y con sus atascos,
los puestos de castañas asadas nos traen a la memoria
otros inviernos,
quizá de nuestra infancia,
cuando paseábamos de la mano de nuestra madre
y, pertrechadas con nuestro paquetito de castañas,
nos bajábamos la bufanda para poderlas comer.
Cuentan que en el siglo XIX
hubo una castañera que llegó a los cien años
y nunca faltó a su cita con sus parroquianos,
en los aledaños de la calle de San Bernardo.
Por eso, hoy aquí,
este pequeño homenaje a las castañas,
fruto humilde del otoño,
y cómo no,
a las castañeras.
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Irene Paz
.
Olé esas letras del Madrid costumbrista.