Extraños seres en Articus, la feria de la Navidad en Madrid.

Árticus, un sacacuartos para toda la familia en la feria de la Navidad de Madrid

Decidí con algún reparo darme un garbeo por Árticus, la feria de la Navidad que se ha convertido en la principal novedad de la oferta de ocio en nuestra querida Madrid en las Navidades 2022/2023 y que echará el cierre el próximo domingo 8 de enero.

Y qué quieren que les diga, mi conclusión tras días de perruna reflexión es que estamos ante un sacacuartos para toda la familia, oiga, un descarado e insustancial producto de consumo sin tapujos ni escrúpulos, un agregado de señuelos sin demasiado orden ni concierto que indudablemente tienen la capacidad de funcionar entre los más pequeños pero que componen un pastiche sin alma ni interés en el que el visitante se pasea con las manos convenientemente levantadas mientras le roban la cartera.

Pongamos un poco de contexto. Acudí sin entrada una buena mañana de la semana de Navidad acompañando a mis queridos amigos Perrunilla y su hermano Cachorro. Ellos a su vez acudían con su abuela, pero no me costó demasiado, pese a las iniciales reticencias de la señora, hacerme con su favor. Bastaron un par de cabriolas y alguna expresión castiza para convencerla.

Árticus está ubicado en los recintos feriales de la Casa de Campo. Conviene acercarse en transporte público, siendo las estaciones de metro de Lago y la Puerta del Ángel o los autobuses que recorren el Paseo de Extremadura o la Avenida de Portugal buenas formas de conexión. La poderosa organización ha previsto, no se lo pierdan, un aparcamiento de 2.000 plazas situado en el hipódromo de La Zarzuela y dos autobuses lanzadera de la EMT que comunican Árticus desde el hipódromo y desde Príncipe Pío para facilitar la movilidad del respetable. Un plan diseñado por el Ayuntamiento de Madrid que, por lo menos, mosquea un poco, francamente.

Si hablamos de Árticus de lo que hay que hablar es de dinero, perdón si parezco el perro grinch de la Navidad, pero esto de lo que va es de pasta y no de macarrones precisamente. Clin, clin, que diría mi amigo Óscar. Primera caseta: entrada general, sin ningún extra incluido, siete euros y medio por cabeza. Las cabecitas de 4 años para arriba pagan lo mismo, no crean. Por pasear por la feria, básicamente, porque esta entrada da derecho a hacer, en la práctica, nada más que consumir.

Segunda caseta: el cambio de moneda (debemos haber cruzado alguna frontera internacional) y las entradas a los espectáculos extra de Árticus, que son tres (GrandiOSO, Jurásicus Park y Peter Pan on ice). Lo increíble, al menos para este chucho que les habla, es que los precios son móviles, no son fijos, y van cambiando en función del horario y los paquetes que te compongas. O eso parece. El objetivo es que te marees. Te plantan un “Desde 9 euros” y luego ya veremos. Y ojo, vaya cara dura, que aparte vienen los gastos de gestión. ¿Los gastos de gestión de qué!. Por supuesto, aparecen a continuación opciones ‘Premium’ y ‘VIP’, para por un poco más de guita comprar privilegios como no esperar colas y distintas exclusividades con las que engordar la cuenta y de paso reforzar la discriminación clasista en función del bolsillo.

Porque la conclusión de todo esto es que hemos naturalizado demasiadas cosas inadmisibles, como los pases VIP y la generalización del ‘business class’ de los aviones en cualquier evento cotidiano por muy mediocre que sea, o como los gastos de gestión de los conciertos o como la moneda propia de los festivales para, al final, palmar pasta con las coins que se te quedan colgadas. Moneda propia, como si estuviéramos en Hong Kong. ¡Vamos, perro!

Estaría bien hablar de otras cosas, pero es que el Árticus es una formidable operación de hacer caja con la excusa de la Navidad. Porque accedes al recinto con la entrada general y uno de los lugares en los que puedes entrar es un desangelado pabellón llamado Diverhaus, en el que han plantado un par de hinchables de la Patrulla Canina y otros seres y algunos tenderetes de Lego y Nintendo, entre los que recuerdo. Ojo que por subirse al hinchable hay que pagar otros 4 euros. Clin, clin. Ah, y una especie de caseta transparente para hacer karaoke con villancicos cortesía de una famosa petrolera que también debe ser símbolo de la Navidad. El negocio nos reúne a todos en amor y armonía navideña y soleada.

Puedes hacer muchas más cosas con la entrada general, como acudir a Nivalis, que es un mercado navideño. Clin, clin. O puedes ir a Tahtipuru, que te dicen que es un poblado ártico y resulta que vas y es un bar-restaurante con una carpa emulando una especie de tipi. Clin, clin. O puedes ir a Nuuk, que no es otra cosa que la International Food Village, que esa es otra, porque debe ser que en inglés mola más, somos así de paletos, donde comer hamburguesas, pizzas, tacos y todo lo que quieras. Clin, clin. Es exagerado, de verdad. Ah, pero hay un bar de hielo, o mejor dicho, un Igloo Ice Bar. Venga, vamos a asomar el hocico a ver cómo es eso. Pues va a ser que no, que son 10 euritos sólo por entrar, con consumición, claro. Así nos quitamos a curiosos y mirones que, parias, sólo han pagado la entrada general y otras 14 cosas en lo que llevamos de mañana.

Puedes, eso sí, darte una vuelta por lo que llaman Senda del Ártico, y te venden como una obra de los creadores de la Naturaleza Encendida del Botánico. Claro, este can que les habla paseó por la mañana, como ya les he dicho, y sólo vio un paseo con una colección de monigotes de aspecto globoso con las formas de animales como lobos, osos, zorros, pingüinos, frailecillos o leopardos de las nieves, muy majetes todos, pero sin pena ni gloria con sol y a las dos de la tarde. Oiga, que no ha pagado más que la entrada general, no se queje. Ya en serio, probablemente la senda gane en horario nocturno y luciendo los muñecos en la oscuridad, pero a la luz del día un poco tristones. Siguiendo con el repaso: pista de hielo. Clin, clin. Cirkulus, la feria de atracciones. Háganse cargo de la típica feria, vaya. Por supuesto todas las atracciones, todas, pago aparte. Clin, clin.

La reiteración no es premeditada. Es que hablar de Árticus es hablar de que te estén continuamente cobrando. Tanto, tantas veces que se hace excesivo. Porque todos sabemos que vamos a gastar y asumimos –quizás idiotamente- cierto grado de abuso. Pero esto es demasiado. Es la continua sensación de parecer un cajero automático.

Los osos de Articus
Los osos de Árticus en «La senda del Ártico»: una descarnada y absolutamente involuntaria metáfora del cambio climático / IP

Por otra parte, es este un can que aprecia la narración y los cuentos. Y aquí brilla por su mediocridad. ¿Qué tienen que ver entre sí, con la Navidad o con los amenazados ecosistemas árticos la pandilla de dinosaurios, los hinchables de la Patrulla, Peter Pan y Neverland (que parece que lo de Nunca Jamás está pasado de moda, con lo bien que ha sonado siempre, leñe) y las atracciones de feria como el Súper Ratón (¡Que te como!). Nada, no tienen nada que ver, no busquen el hilo conductor porque no existe. Simplemente son cebos para nuestros pequeños, que aman los hinchables, a Sky, Marshall, Rubble y compañía; los animales, los dinosaurios, los videojuegos, las atracciones de feria, las construcciones y tal vez Peter Pan y los niños perdidos les pillen un poco lejos, pero creo que inmortales como ellos tienen capacidad para seguir cautivando a las nuevas hornadas de cachorrillos humanos. Ni que decir tiene que si son buenos cebos para ellos, lo serán por extensión para la legión de padres, madres y abuelas/os deseosos de ofrecer un plan memorable a sus criaturas en estos días de vacaciones. En esto sí tenemos nuestra parte, qué duda cabe. Posiblemente vamos todos, hasta los perros, pasadísimos de rosca, como las mulas, topando. En fin, que no hay guión coherente porque no hace falta para vender el producto. Se vende solo. Feria de Navidad con una buena inversión publicitaria. En tromba. Al turrón nosotros. Y sobre todos ellos. Clin, clin.

Quedan por repasar las tres experiencias extra, pero no les voy a contar gran cosa. Sólo asistí a una, la única de la que quedaban entradas en el horario que nos cuadraba: Jurásicus Park. Admitiré sin ningún problema que la exposición de dinosaurios robotizados mola, que los bichos están bien logrados y es amplia y tiene sus paneles y los pequeños quedan boquiabiertos con las dimensiones y formas y ruidos de algunos de ellos. No puedo opinar con conocimiento de causa ni del vídeo “inmersivo” (¡vomitemos!) de GrandiOSO ni del Neverlandia – Peter Pan on ice, espectáculo de patinaje sobre hielo en torno al universo de Peter Pan y los suyos, a cargo de la compañía The Imperial Ice Stars. Pero es que, vaya, tan descarado y reiterado es el despellejo que cuesta hablar bien de ello. Porque si hay que pagar algo que merece la pena, pues se paga (si se puede, claro), pero esta maquinaria tan abrumadora de sacarte los cuartos resulta de lo más pesada. O tal vez no, tal vez todo esto sólo sea cosa de un perro vagabundo, cascarrabias o antisistema, piensen lo que quieran y díganme, se lo pido, porque tal vez les parece exagerado y no quisiera, oiga usted, perjudicar yo a nadie que no lo merezca. Que sé el tirón que tengo, que es mucho y a tantos condiciona.

Claro, creo que es de justicia rastrear un poco a quienes se están sacando la pasta. No hace falta hacer periodismo de investigación (eso sí hay que pagarlo, mire usted) para saber que Árticus es una iniciativa de LetsGO Company, productora y promotora de espectáculos con sede en Madrid. Te das una vuelta por su web e intuyes el modo en el que se deben estar forrando, algo que no extraña con esta estrategia que llevan. Al frente de LetsGO se encuentra Iñaki Fernández, CEO y productor creativo de la compañía, natural de Bilbao, de la cosecha de 1981 y que montara la empresa junto a su hermano Gorka hace más de una década.

Montan todo tipo de espectáculos y en cualquier parte del mundo, pero en los Madriles les sonará “The Hole”, que va camino de ser eterna; la exposición de los Guerreros de Xi’an -ahora lo entiendo todo-; la instalación de Naturaleza Encendida del Botánico; los musicales de Ghost, Dirty Dancing o Charlie y la Fábrica de Chocolate; las exposiciones inmersivas de Tim Burton y de Magallanes y Elcano; y, no se lo pierdan, los modernos clubes de la noche madrileña que son Medias Puri, Uñas Chung Lee o Tacones Manoli. Una auténtica pasada. Todo esto en Madrid. Que se mueven por todas partes. Vamos, que lo están petando muy fuerte y se lo están llevando muerto como para no poner ‘gratis’ (cayendo en la trampa, que ya pagamos la general le recuerdo) los hinchables, la maldita foto con el dinosaurio o el vídeo del oso capullo mientras los osos polares de verdad se quedan sin hielo y la diñan mientras colocamos pistas de patinaje sobre hielo en inviernos templadillos.

Y oigan, no se crean, que mis amigos y yo nos lo pasamos bien, porque somos así, disfrutones y con agujeros en los bolsillos y porque, ahí radica el secreto del negocio, como casi todos los mortales, más o menos, anteponemos el encuentro, el descubrimiento, la novedad y la posibilidad del disfrute a cualquier otro asunto. Lo sabes, pero te olvidas un poco, lo dejas entrar pero sin que haga mucho ruido. Luego llegan los días siguientes y ya te acuerdas, te enfadas un poco y lo escribes.

Antes de terminar con esta crónica del Perro Paco, no quiero olvidarme de destacar la legión de curritos/as, todos muy jóvenes, que se encontraban por doquier en el recinto, para resolver dudas y dar las indicaciones oportunas a despistados como nosotros. Una chavalería encantadora sacándose unas perras en Navidad.

PD: como no me quiero exponer a una denuncia por uso indebido de los derechos de autor de los carteles e imágenes oficiales de Árticus (que a estos ya he visto que el parné les pone un poquito), ante mis poco complacientes impresiones, pues ya ven, tiro de fotos caseras con la Perrunilla pixelada. Que nunca se sabe, y este perro no es más que un vagabundo.

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El Perro Paco

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2 Replies to “Árticus, un sacacuartos para toda la familia en la feria de la Navidad de Madrid”

  1. «El consumo es el espíritu de la Navidad», decía un villancico de un grupo de rock duro en los ’90. Efectivamente parece un gran sacacuartos. Gracias por el aviso, que no están los duros para desperdiciarlos.

    Nosotros en familia disfrutamos en estas fechas del circo «Leyendas de Asia». Entradas razonables, que pagan a muy buenos artistas y trabajadores, para un espectáculo ambientado en los mitos y cuentos tradicionales del lejano Oriente muy recomendable.

    1. No hay de qué, tropilla Karukana, para eso estamos deambulando por Madrid!

      Tomo nota sobre el circo «Leyendas de Asia», ¡suena muy bien!!

      ¡Guau, guau!

      El Perro Paco

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