Son las 18 h. de la tarde y ya es de noche. Una caravana de coches parte de la plaza del pueblo camino del pinar. Han decidido juntarse unas cuantas familias y dar un paseo por el monte acompañadas únicamente por la luz de las velas de sus farolillos caseros. Niños, niñas y niñes se organizan para empezar la caminata cuando desde lo alto del camino ven acercarse las luces de un coche. Se apartan a los lados para que el vehículo prosiga su marcha, pero el conductor así no lo quiere y se detiene, ventanilla bajada y sin presentaciones les dice:
– ¿Qué vais a hacer?
Durante unos segundos nadie contesta, la duda sobrevuela las cabezas pensando: ¿Y tú quién eres?
Pero se oye una voz que dice:
– Vamos a dar un paseo.
– Un paseo… Pues que sepáis que esto es propiedad privada.
– Ya, todo el monte por desgracia lo es.
– Si, es coto privado y mira tú por donde yo soy el guarda de esta finca y no podéis ir por allí.
– Vale, pues vamos a ir.
– Eso igual se lo acabas contando a la Guardia Civil. Además, hoy es noche de espera de jabalís y hay cazadores dentro. Es peligroso y además vais con niños.
El tono del guardia es agresivo, recuerda las normas, amenaza a la vez que manipula. No consigue su objetivo en parte, porque las familias deciden seguir con el paseo, pero por otra zona más segura donde supuestamente no hay cazadores. El monte es suyo, de sus propietarios y de los cazadores y nos están haciendo un favor…
El guarda gruñe como una bestia y centellea sus ojos mientras se despide con un “ojalá haya disparos y tengáis una desgracia”.
Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, de las 50.510.210 hectáreas que conforman el territorio nacional, un total de 43.945.027 están destinadas a la caza. O lo que es lo mismo, el 87 % de nuestra superficie es territorio de caza.
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Rafa Ramos Claudio
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Yo creo que la caza debiera estar mejor equilibrada de lo que está en la mayoría de las zonas rurales. Pero también creo que desde un punto de vista ecológico también es necesaria. Por poner un ejemplo, una población descontrolada de jabalíes, sin depredadores naturales, puede acabar con las poblaciones de otras especies silvestres como perdices, conejos o dañar la agricultura.
En el equilibrio creo que está la clave.
Gracias por tu comentario Luis
Un saludo
Rafa