El domingo 4 de febrero trabajadores y trabajadoras afiliadas a la CNT se volvieron a concentrar frente al Ministerio de Justicia, en la calle San Bernardo de Madrid. El sindicato reclama la absolución de las seis compañeras condenadas a tres años y medio de prisión y a una multa de 150.000 euros por unas condenas judiciales que ponen en tela de juicio el ejercicio de la libertad sindical.
Como ya explicamos en septiembre, el caso de la pastelería La Suiza se remonta a 2017. En dicho año, una trabajadora de Gijón acudió a la CNT local para asesorarse y reclamar apoyo sindical. Su objetivo era conseguir el cobro de una deuda por horas extras y vacaciones impagadas por el empresario de la pastelería La Suiza. Según la anarcosindical, “la mujer también sufría acoso sexual por parte de su jefe, a quien no le importaba comentar sobre su cuerpo, su pareja o su maternidad. (…) Estando embarazada, su jefe la obligó a cargar un saco de 25 kilos de harina, provocando inmediatamente un sangrado que terminó en el hospital por riesgo de aborto. La denuncia por acoso fue archivada”.
Tras una campaña de denuncia pública del conflicto laboral, con piquetes informativos frente al negocio y difusión en redes sociales del caso, el empresario denunció a las trabajadoras sindicalistas y seis de ellas fueron condenadas a tres años y medio de cárcel por delitos de coacciones y obstrucción a la justicia. Decir que los piquetes informativos fueron en todo momento públicos y pacíficos, en un claro ejercicio de los derechos amparados por la libertad sindical, que en España se encuentran recogidos por la Constitución Española de 1978 y la Ley Orgánica 11/1985 de Libertad Sindical. Sin embargo, la sentencia del juez Lino Rubio Mayo demuestra, a juicio de la CNT, “su cara más clasista y antisindical con unas condenas injustificadas y desproporcionadas que equipararon piquetes informativos y concentraciones de trabajador@s a las puertas de un negocio privado con coacciones y amenazas”.
La conmemoración el 8 de marzo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora hunde gran parte de sus orígenes en la huelga de las camiseras de Nueva York de 1909, también conocida como el ‘Levantamiento de las 20.000’. En aquella lucha sindical, la mayoría de sus protagonistas fueron mujeres inmigrantes de origen europeo, que se pusieron en huelga por unas condiciones de trabajo dignas: mayores salarios, reducción de la jornada laboral y mejores condiciones en general. En 1910, en el contexto de conflictividad laboral mencionado, se produjo el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York, en el que murieron 123 mujeres y 23 varones. Aquellas mujeres que lucharon por sus derechos laborales y por una vida mejor, tuvieron que enfrentar el machismo y el clasismo de la socidad americana de la época. Las empresas Triangle y Leiserson contrataron mafiosos para amedrentar a las huelguistas. En los tribunales de justicia algunos magistrados reprochaban a las trabajadoras “su mal comportamiento, por estar en huelga contra Dios y la naturaleza”. La líder sindical del movimiento de las camiseras, Clara Lemlich, fue arrestada hasta en 17 ocasiones. Los derechos y libertades de las mujeres trabajadoras hoy en día no se pueden entender sin la lucha de mujeres como las camiseras.
Desde la revista El Perro Paco nos sumamos a la petición de absolución de las trabajadoras asturianas, pues entendemos que hacer sindicalismo no es delito en una sociedad que tenga un mínimo de justicia social y respeto a los derechos y libertades individuales y colectivas. Otra cuestión es que esa sociedad, atenazada por crisis de diversa índole, avance si no lo remediamos hacia postulados cada vez más autoritarios e injustos.
Más de un siglo después de la huelga de las camiseras neoyorquinas, las compañeras de Gijón del caso de La Suiza lo tienen claro: “Nos condenan por ser mujeres que cuidan de mujeres, por ser apoyo, por no callar, nos condenan porque no nos conformamos. Porque ni nuestro cuerpo ni nuestra dignidad están en venta. Nos condenan porque aun con miedo no retrocedemos”.
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Alejandro Prieto
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Se hace difícil soportar que desde la judicatura se ataque el derecho sindical y al mismo tiempo se absuelva a empresarios o jefes que, abusando de su poder, acosan a mujeres en su puesto de trabajo.
La judicatura española está quedando retratada. No es la primera vez, lo sabemos bien tras la ley del ‘Sólo sí es si, que los jueces y juezas dejan de lado la leyes que conforman nuestro estado de derecho para castigar a las víctimas. Lo que se está evidenciando es un grave deterioro del poder judicial con el peligro que ello entraña para nuestra democracia y nuestros derechos.
Saludos
Increíble que algo así suceda en el siglo. Gracias por dar visibilidad a un tema tan importante como soslayado.
Gracias a vosotras por leer la revista y apoyar a las 6 trabajadoras de Gijón en la difusión de su caso. Entre todas y todos conseguiremos su absolución.
Esta es la libertad que tenemos en este país!, hasta que no haya democracia directa no cambiaran las cosas.