Los samuráis del Japón feudal tenían predilección por la flor del cerezo. Este frutal tiene su floración a finales de invierno y comienzos de la primavera. Una helada tardía, una tormenta primaveral, un día ventoso arruinan en poco tiempo la mayoría de las flores. Por eso el samurái sabía apreciar la efímera belleza del cerezo en flor.
La vida de estas personas, regida por el bushido o camino del guerrero, se asemejaba a la floración del cerezo. Intentaban cultivarse física e intelectualmente. Intentaban vivir el momento presente de la mejor manera apreciando lo bello de la vida. En su época, en su mundo, en su forma de entender la vida, la muerte podía llegar en cualquier momento. La muerte del samurái y la caída de la flor del cerezo.
En los parques y jardines de los barrios y pueblos de Madrid podemos disfrutar estos días de la floración del pruno o cerezo silvestre. Ya, ya sé que el pruno no es el cerezo. Pero tampoco nosotros somos samuráis y no por ello no podemos seguir su ejemplo de cultivarnos y apreciar lo bello en su sencillez. Todo pasa, lo bueno y lo malo y pasado un ciclo se vuelve a florecer.
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Javier Prieto Sancho
Valiosas reflexiones al hilo de la belleza fugaz de la flor del cerezo. Siento que también ahora la muerte puede llegar en cualquier momento. La muerte física, la psíquica… La oscuridad, antojadiza e imprevisible, nos puede cubrir en un instante para marcharse o no según su capricho. Desde esta consciencia también yo, como hacían los samuráis, intento disfrutar día a día de la bella flor del cerezo
Gracias por compartir tus reflexiones
Un abrazo
Efectivamente tendríamos que disfrutar del momento,sin embargo nos pasamos una importante parte de nuestro tiempo pensando en momentos pasados los cuales ya no se pueden cambiar y en futuros que luego muchas veces no salen como desearíamos, sin olvidar que aunque no somos samuráis también la muerte nos rodea y nadie estamos a salvo la vida se nos puede ir en cualquier momento.
Gracias, Carmen y Fernando, por leer la revista y hacerla un poco vuestra con los comentarios.
Excelente relato, lástima que haya sido tan breve como como la flor del pruna, pero igualmente bello
En esta ocasión se imponía la brevedad. Gracias, Iván.