San Antón fue el 17 de enero. Lo sé. Pero esta revista la escribimos a ritmo perruno. Corremos cuando queremos y perreamos cuando nos da la gana. Si buscas actualidad con prisas, amigo lector, quizá esta no sea tu lectura más recomendable.
Que me lío. Volvamos al lío, al hilo, al meollo del asunto. Cada día los días nos vienen más floridos. El campo se despereza de la hibernación, se sacude la escarcha de las heladas y comienza a brotar. Siguiendo el ritmo natural de la vida, las gallinas corraleras, desde finales de enero, vuelven a poner huevos. En invierno baja su puesta, al igual que en los meses más tórridos del estío. Primavera y otoño son las épocas más amables para el averío y eso lo agradece el avicultor.
Las gallinas son un animal sufrido y agradecido. Por un puñado de grano, los restos de la cocina y migas de pan duro, que les chiflan, te ofrecen huevos. Proteínas ricas, ricas, que diría Arguiñano. Junto al tomate de la vega, el sabor del huevo corralero resulta un deleite para el paladar. Un pequeño lujo para el que lo sepa y quiera trabajar.
El corral ha sido y es el complemento ideal para la familia que intenta vivir apegada a la tierra, a sus ritmos y sus frutos. El corral te da huevos, carne si sacrificas la gallina vieja, abono para la huerta si vas recogiendo la gallinaza, las cacas, y ese momento de paz diario en el que te olvidas un poco del trajín de la vida moderna, de las malas noticias del telediario y esbozas una ligera sonrisa porque en el nido te han vuelto a poner huevos. ¿Cuántos hoy?
Voy para el medio siglo y me acuerdo de zagal junto a mi abuelo Mariano, en un corral abulense cogiendo los huevos. Lo mismo que hacen hoy mis niñas en su gallinero madrileño. El mismo ritual diario que mi tía Leo repite en Castilla La Vieja. No sé si de casta le viene al galgo, pero esto de la avicultura familiar da un no sé qué que agradece quien la practica. Quizá un lazo con la Madre Tierra y sus ciclos, tan deshilachados en los muchos sin sentidos de la vida moderna.
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Javier Prieto Sancho
Muy buena filosofía,vida sana y sencilla pera olvidar el ritmo tan acelerado en que vivimos actualmente la mayoría.
Pues gracias, Fernando, que el refrán que titula el escrito me lo descubriste tú.
Un aporte extra para tu tranquilidad: No mires las noticias; te quieren bajar la «vibra»
Gracias por tu consejo y por dejarnos usar tu corral, Teresa.