Hoy contamos, en el selecto grupo de los acompañantes ocasionales del Perro Paco, con el análisis político de Ángel Alda, observador de la calle que pasa debajo de casa desde el castizo barrio de Chamberí, ante la inminente cita de las elecciones del 28 de mayo en Madrid.
“Hoy es siempre todavía, toda la vida es ahora”
Antonio Machado
Espectáculo y representación
Me invita el Perro Paco a pronunciarme sobre las elecciones autonómicas y municipales del próximo día 28.
Después de agradecer la invitación me apresuro a manifestar mi pesimismo sobre las posibilidades de un cambio virtuoso en nuestra comunidad. Creo que vivimos malos tiempos para la política con mayúscula. Estamos enredados en debates rastreros que si bien parecen manifestarse en torno a grandes palabras y conceptos como libertad, propiedad o igualdad, en realidad ocultan intereses plebeyos en torno a negocios, ambiciones de poder y liderazgos tribales. Todo ello en el marco de un deterioro generalizado de nuestro sistema político, de la desconfianza de amplios sectores sociales en la democracia liberal y la sensación dominante de que votemos lo que votemos las cosas no tienen solución. De que las calles y los bienes públicos están en venta a favor del mejor postor y el ciudadano ha pasado a ser simplemente vecino, con lo bueno y lo malo que alcanza esa denominación. En resumen, hemos perdido capacidad política y nuestra forma de vivir la ciudad es la de pertenecer a colectivos y comunidades que nos resulten gratos evitando los conflictos y huyendo de la confrontación de ideas y del compromiso. Y eso ocurre cuando las convulsiones de la economía global y las sucesivas crisis que afectan al medio ambiente, al empleo y la transformación digital propiciarían cambios traumáticos en aspectos centrales de nuestro actual modo de vida urbano.
Cada vez es más difícil encuadrar movimientos ciudadanos colectivos que no expresen al tiempo intereses, por muy legítimos que se consideren, de clase, ideológicos o culturales. Eso es resultado de la polarización. De tal manera que por mucho que el discurso centrado de algunos partidos busque integrar demandas amplias y populares, al final, la polarización política en la que vivimos lo imposibilita. Es muy difícil, salvo en poblaciones pequeñas o medianas, crear programas municipales de amplio espectro si se me permite utilizar vocabulario farmacéutico.
Las ideas e intercambios políticos sobre trabajo, vivienda, movilidad, orden público, medio ambiente, sanidad o educación han quedado en manos de los operadores políticos en exclusiva y se convierten con facilidad en eslóganes que encubren propuestas vacías y sin músculo. Los debates entre las fuerzas políticas son sustituidos por espectáculos ridículos como el del protocolo en las fiestas del 2 de mayo.
Los organismos sociales, culturales, corporativos, sindicales o informativos intermedios que deberían tener un espacio propio discursivo y dar soporte al diálogo están o fuera de cobertura o alineados en torno a fuerzas políticas que a su vez son víctimas del control feudal de grupos reducidos de interés por no decir grupos familiares o tribales.
Lo más granado o interesante del análisis sociológico, ideológico y político, que sin duda existe, parece funcionar en la sombra, casi me atrevo a decir que en la clandestinidad o bajo el amparo de grupos políticamente marginados o sin influencia.
Pero, paradójicamente, y por puro cansancio y aburrimiento, puede que en este clima la campaña electoral permita abrir cauces a nuevas propuestas. Va a coincidir la campaña en sintonía temporal con el declive de las propuestas del 15M, a veces por el propio éxito de ese movimiento en visibilizar reivindicaciones hoy asumidas socialmente, como por ejemplo en materia de derechos de las minorías, pero también con el cansancio de la cultura de las cañitas y las terrazas, la exitosa campaña de la libertad ayusista muy afectada por las dinámicas de la pandemia de la covid, y hasta con el aburrimiento de los propios con el recetario de la extrema derecha. Puede que la sociedad empiece a vislumbrar, si no nuevas o emergentes ideas, la necesidad de pensar en escenarios más abiertos, más críticos y más conectados con el futuro.
Y esto es lo que hay
No me quedaría tranquilo si no dedico algunas notas al real mundo competitivo de las candidaturas y los programas electorales. Creo que la derecha, el PP en particular, ha atravesado un periodo de convulsiones internas de tal calibre que les resultará difícil enfrentar el reto electoral con la seguridad de contar con tanto voto cargado de ilusiones y capacidad de movilización como en las últimas autonómicas. Sin embargo, la desaparición de Ciudadanos y la descarada apropiación de las ideas, proclamas y manías del mundo de la extrema derecha y de VOX puede que les lleve a recaudar amplias porciones de votos de sus adversarios del mismo campo. Si bien no sabemos todavía si con la suficiente contundencia como para alcanzar la mayoría absoluta. Pero por ahí se andarán las cosas, por lo menos en el caso de la Comunidad. No tanto, puede incluso que radicalmente distinto, es el caso del Ayuntamiento de Madrid donde las circunstancias pueden dar la sorpresa.
El PSM-PSOE sigue ensimismado en su reino de taifa. Buscando un hueco electoral a veces desesperadamente. Con escasas conexiones con el mundo ciudadano de nuevo tipo, movimientos relacionados con el ecologismo o la vivienda y muy orientados a sus viejas relaciones institucionales y profesionales con la universidad o el movimiento feminista tradicional y de barrios. Con un juego de candidatos determinado por sus pleitos internos cuando no con servidumbres ejecutivas llegadas de fuera. Con una falta de programa propio llamativo y con un escaso grado de compromiso desde las bases. De todas formas resulta inconcebible que sigan obteniendo récords de fracaso tan abultados como en las anteriores elecciones. Las encuestas parece que se les presentan algo más benéficas aunque ninguna les adjudica el liderazgo entre las izquierdas.
De las izquierdas de la izquierda mucho es lo que se está hablando. A despecho de la realidad de las cosas, que ha llevado por primera vez en muchos años a ‘domesticar’ los discursos radicales y propiciar un gobierno con un programa moderado de raíces socialdemócratas, parece que algunas fuerzas prefieren mantener una oferta de máximos, puede que solo de cara a la galería, y para no perder la cara delante de un sector de sus bases poco convencido de las bondades del gobierno de coalición. La candidatura común de Izquierda Unida y Podemos tiene un reto electoral clarísimo: obtener más de un cinco por ciento de los votos. Con eso solo ya cumple pues permitirá afirmar que ni un solo voto de izquierda se desaprovecha. Asegurar ese resultado se convierte en una forma inmejorable de voto útil para su militancia y sus allegados.
Otro sector, integrado en Más Madrid, propone un proyecto de más largo aliento y la búsqueda de nuevas hegemonías sociales pero sin el acompañamiento de una fuerza política hermana en el resto de España, lo que les resta atractivo. Su apuesta por programas bien diseñados que dan respuesta a demandas sociales muy sentidas seguro que les permite obtener la cuota mayoritaria de poder institucional de la izquierda en algún que otro municipio, particularmente en la capital de España. En caso de que esas mayorías entren en gobiernos municipales su poder e influencia quedarán salvaguardados, lo que les servirá para obtener buenas posiciones en la futura coalición de SUMAR.
Sólo una apuesta global de todas estas fuerzas de izquierda por un proyecto unitario garantiza un éxito determinante. Tienen para ello un elemento muy importante: la emergencia del liderazgo personal de Yolanda Díaz, un milagro inédito para las izquierdas españolas. De que lo sepan aprovechar no sólo depende su futuro sino su inmediato presente.
Y hasta aquí llega mi humilde y personal opinión. Espero no haberles cansado en demasía. Que ustedes lo voten bien.
Ángel Alda
@angeldeolavide
Mayo 2023
Me ha parecido muy interesante tu análisis político, Ángel Alda. Tan solo señalaría, a mi modo de ver, que la debilidad o fortaleza de la propuesta política de izquierda viene determinada en gran medida por la debilidad o fortaleza de la actividad política de la ciudadanía en sus barrios, pueblos y trabajos. Es difícil que exista un debate político de calado en una sociedad desmovilizada y con escaso compromiso cotidiano, salvo honrosas excepciones, en construir y defender lo común.
Las elecciones no dejan de ser un reflejo, muy distorsionado por los creadores de opinión pública, los grandes medios de comunicación, de lo que se vive cotidianamente a nuestro alrededor. Agrietar la sociedad del espectáculo se me antoja imprescindible para que emerjan cambios de calado en lo social.
Gracias por tu artículo.
Total coincidencia. Sin una sociedad comprometida y consciente no hay política que aguante ni partido político responsable. Gracias por el comentario.
Mu interesante y analítico el artículo de Ángel Alda. Yo también opino que quienes sentimos la Política y nos vemos implicados, debemos comprometernos y aportar una mínima colaboración. Lo de la Presidenta Ayuso es muy negativo y propio de una persona de extrema derecha, pero el mayor problema no es ella sino quienes o no se dan cuenta o se la dan y todo les vale y la votan, y meto en esa parte de la ciudadanía a personas que viven en precario incluso; parece mentira pero es verdad. Por eso, tenemos que hacer un esfuerzo de empatía y pedagogía y hacer entender a determinadas personas la realidad. El día de San Isidro estuve por la mañana en la pradera, en la zona en que estaban situadas Izquierda Unida y Podemos y había un magnífico ambiente: se respiraba optimismo y se repartió mucha propaganda que la gente que pasaba aceptaba con favorables expresiones. Personalmente, volví a casa muy animado. Puede haber sorpresas agradables para la verdadera izquierda.