Se podría decir que el Mediterráneo llega hasta Madrid. Nuestra villa tiene clima continental y así lo estudiamos de pequeños. Pero es un clima continental influenciado por el ecosistema del mar Mediterráneo. Buena prueba de esta influencia es la presencia de olivar en buena parte de la región, sobre todo en la zona sur, más próxima a Castilla la Nueva. El olivo en Castilla la Vieja, en Castilla y León, más al norte de las montañas del Sistema Central, ya no se da como en la submeseta sur ibérica, salvo contados rincones como por ejemplo algunos valles orientados al sur en Gredos.
En la Comarca de las Vegas, en el sureste madrileño, viene el tiempo de cosechar olivas. Nosotros hemos estado quitando chupones a los olivos, para que engorde el fruto con las lluvias otoñales y se puedan desplegar los tendales de la recolección con comodidad.
El olivo es un árbol duro, resistente y muy rústico. Si se abandona el cultivo tiende a asilvestrarse, echando chupones o ramas vigorosas que nacen desde la base. En un año o dos tendrás una bola arbustiva alrededor del tronco. Esta operación de eliminar chupones se hace cada primavera y a comienzos de otoño.
El olivar, al modo tradicional, lleva consigo trabajos estacionales que demandan mucha mano de obra. Por eso era tradicional en estos lares una labor colectiva donde se implicaba toda la familia o amigos de varias casas, para obtener aceite ‘para el gasto’, es decir, para el autoconsumo de todo el año.
Y así Madrid se une también a nivel histórico y cultural a la herencia mediterránea que fenicios, griegos, cartagineses y romanos extendieron por todo el Mare Nostrum: el cultivo del olivar.
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Javier Prieto Sancho
Otra consecuencia de la penosa situación que sufren las familias gazatíes al otro lado del Mediterráneo es que han tenido que abandonar sus olivares y perder sus cosechas, imprescindibles en muchos casos para su precaria economía familiar. Otro motivo para el «no a la guerra» y la exigencia de un alto el fuego permanente que han expresado más de 150 países en la asamblea de la ONU.
Les felicito. El olivar, con sus trabajadores y el ecosistema que encierra necesita atención. Es un cultivo ancestral y creo que muy amenazado en nuestra zona. Arrancar olivos para llenar campos de placas solares es una traición. El olivo es parte de nuestra identidad como pueblo.
Cada vez que veo arrancar olivos pienso que nos hundimos un poco más en esa perdida de identidad. 😔
Reflexiones muy interesantes ambas. Gracias por pasaros por estas páginas y enriquecerlas con vuestros comentarios.