Biznaga, el grupo de las generaciones perdidas que no se han dado por vencidas, cerró la gira de su cuarto disco “Bremen no existe” el pasado viernes 26 de enero en la conocida Sala La Riviera dentro del festival Inverfest.
Conocí a Biznaga gracias a unos amigos, una noche cualquiera, una casa en el campo huyendo de ese Madrid que nos pertenece a los que lo habitamos, esa capital del amor y odio tatuado en tus nudillos. Allí, me hablaron de Biznaga por primera vez, hace como un año y medio. Desconocía su existencia y eso que el punk lleva en mi vida desde hace décadas.
Unos chavales y no tan chavales de distintas generaciones, unidas en esta desafección que hace explotar las piezas del puzzle de nuestras perdidas vidas. Biznaga piensa cada detalle, llenando la sala con más de 2.000 entradas vendidas y colgando el cartel de Sold out. Salió al escenario con una gran pancarta que decía “Tu memoria ha bloqueado el recuerdo de un trauma llamado futuro”. A la pancarta se le unió una bandera de Palestina, donde actualmente se está cometiendo un genocidio por parte del Estado de Israel.
Todo desencanto es previo a un encantamiento, al igual que todo desamor es síntoma de un enamoramiento. Con su disco Bremen no existe, la banda nos habla de unas falsas expectativas marcadas por las grandes pantallas y sus relatos que engloban a un público intergeneracional y heterogéneo ávido de ficciones y plataformas. Abarcando un espectro amplio, desde la militancia activa entremezclada por las etiquetas ‘indie’ o ‘modernos’.
2k20
¡Dios!; la pantalla es Dios
Y yo su apóstol
Es transparente, omnipresente, y yo…
Soy solo información
Yo soy lo que busco
Soy lo que produzco
La democracia es vigilancia, y yo…
Soy solo información
Somos etiquetas, somos contenido,
el mito de Narciso con espejos de bolsillo
Un gato por liebre, una idealización narcisista a distancia del otre, basada en unos deseos inalcanzables, fruto de la ambición por el control de los mismos y atravesados por el poder, poder para acumular vidas, casas y emociones y sacar rédito a futuro de las plusvalías.
Adalides de la Nada
No somatizo neuras
si la noche acaba entre tus piernas.
No colecciono desencantos,
ningún objetivo es para tanto
Libertad obligada
Él trabaja desde casa,
emprende, es entusiasta,
altas cuotas de pantalla
de la noche a la mañana.
Libremente se esclaviza,
disciplina exhibicionista.
Las visitas monetizan,
calderilla y dopamina.
Un cuento, el de los músicos de Bremen, una historia de cuatro animales, un burro, un perro, un gato y un gallo cuyos dueños han decidido asesinarlos, porque son viejos y ya no son útiles para el servicio doméstico, un dato muy significativo, de este mundo fugaz de obsolescencia relacional, de usar y tirar. Y que huyendo de sus respectivos dueños, se encuentran y deciden iniciar su viaje a la ciudad de Bremen, destacada por su simpatía por los extranjeros, esperando allí poder cumplir sus sueños y la promesa de una vida mejor que jamás llegará. Así como una generación perdida más, los músicos de Bremen (ahora que ya tenemos treinta y tantos, que no nos une el amor sino el espanto) verán cómo la incertidumbre es moneda de cambio común y harán de testigos de lo que ya fue, lo que se perdió, lo que se prometió y no se cumplió.
Líneas de sombra
Ahora que tenemos treinta y tantos
Que no nos une el amor, sino el espanto
La euforia es el disfraz de la desafección
Y dura lo que dura un vídeo de TikTok
Brillamos como el sol y alrededor
Los problemas, los problemas
Ahora que el futuro está cancelado
Que lo que no es éxito, es fracaso
La ironía es una forma de dolor
Y dura lo que dura una canción de pop
Unas falsas promesas que son expuestas y retadas no con ironía, ni con el cinismo viejo del que ya ha vivido el desencanto. Sino desde la rabia y el entusiasmo de lo que no pudimos hacer, aún es posible tal vez, un beso frustrado y esta canción de amor… o como dice Layla Martínez en “Utopía no es una isla”, recuperemos proyectos utópicos pasados que nos devuelvan la capacidad de imaginar y que nos guíen para construir un futuro en el que merezca la pena vivir. Finalizando con Juanpe Sánchez López en “Superemocional”, todo está destinado a fracasar, pero hay que seguir caminando, tenemos que seguir amando.
Contra mi generación
A toda esa gente en edad de pirarse a un PAU
Y la atrapada en el ascensor social
Lo que no pudimos hacer
Aún es posible tal vez
Un beso frustrado
Y esta canción de amor
Contra todxs
Contra mi generación
A toda esa gente que duerme poco y mal
La precarizada y la aspiracional
La que sube los índices de natalidad
Nacerán más idiotas, ¿no hay suficientes ya?
Y así, dio comienzo un concierto rápido e intenso que solo fue interrumpido cuando el grupo invitó a subir al escenario al Sindicato de Inquilinas e inquilinos de Madrid para escenificar el robo que supone acceder a una vivienda sea de la manera que sea, más si cabe en régimen de alquiler. Desplegando una pancarta con la frase, “Los caseros nos roban el sueldo” y el jefe nos explota. Como dice Jorge Dioni López en su libro “El malestar de las ciudades: privatización, turismo, vivienda, especulación, tráfico… Por qué es cada vez más difícil vivir en las ciudades”: la ciudad ya no produce y vende, sino que se produce y se vende a sí misma, como nosotros, igual por eso yo quiero ver Madrid arder, así quizás consiga emocionarme.
Madrid nos pertenece
Yo quiero ver Madrid arder
Tal vez así consiga emocionarme
No digas más: “joder, no sé”
Están pasando cosas en la calle
Felices 20, ¿sí, o qué?
Mira qué fantasía, qué desastre
Aún quedan torres por caer
Vienen tiempos nuevos y salvajes
Madrid nos pertenece a ti y a mí
Con letras que invitan al pensamiento crítico, hacia las matrices y estructuras que nos dominan, así como una mirada introspectiva hacia uno mismo, en estos tiempos de mirarse el ombligo y de valorizar y monetizar mejor mirarse, pero pensando en colectivo haciéndote cargo de tu responsabilidad con el signo de los tiempos.
Máquinas blandas
El culto a lo personal es una trampa;
la autonomía de la gente, una falacia.
Sana disidencia, rebeldía inofensiva,
redoble de conciencia teledirigida.
Tira esa mortaja ya y vete de rebajas,
la universidad no sirve para nada.
Convalida títulos, homologa moldes,
imita a tus ídolos, conoce a tus clones.
Biznaga, como siempre ha sido el punk, es terapia para entender el porqué de los tiempos. Una mirada crítica a todo aquello que acatamos como supuestos adultos funcionales que van cumpliendo etapas en eso que se llama hacerse mayor, unido a las diferentes dinámicas cambiantes que nos marcan las redes sociales y las pantallas para poder seguir perteneciendo al grupo y no quedarnos solos y aislados. Un miedo a la pérdida de visibilidad, conexión y desconexión que nos empuja a seguir publicando, creando mercados de capital social, cultural y emocional.
Mediocridad y Confort
La broma infinita, el rictus espectacular,
sombras de monstruos proyectadas al futuro.
La historia según el algoritmo de la red social,
comedia coral de esquizofrenia y capital.
Una industria para cada emoción;
a cada audiencia, su ficción.
Arcoiris de canales,
el entretenimiento es inagotable.
¡Cuánta felicidad y sopor!
Obscenos circuitos de autorreferencialidad,
vidas mínimas, órbitas alrededor del culo.
Lenguaje y otros aparatos de control total
que definirán si es electiva o no la afinidad.
Hoy vanguardia; mañana, decoración,
simple ejercicio de abstracción.
Ahora, emblemas culturales;
luego, eslóganes comerciales.
¡Cuánta mediocridad y confort!
Y como buen bibliotecario, no hay nada que me ponga más que ver a gente que lee, y si ya piensan y hacen música con ello….
Biznaga nos relata las angustias y ansiedades intergeneracionales que comienzan con su Espíritu del 92 y continúan a día de hoy de no-lugar en no-lugar, mientras intentamos transitar hacia un futuro colectivo, común, comunitario donde no perder la esperanza, para no acabar como Fernando López Miras, presidente del PP de Murcia que asistió al concierto como otra Generación perdida / En una ciudad cualquiera, generando malestar y rabia a los asistentes, lo que desembocó en la agresión por parte de la seguridad privada de la Riviera a un grupo de personas que acabaron apalizadas y detenidas por la policía al finalizar el concierto.
Motores de búsqueda avanzada
la pantalla me capturó,
la pantalla me destruyó.
Con ganas de volver a disfrutar de sus conciertos, nos despedimos un poquito más esperanzados, algo menos solos e incomprendidos. Larga vida a Biznaga que nos retrata como adictos al like y a las stories en redes de manera compulsiva, recordándonos que la libertad no se instala, se conquista en las calles. Advirtiéndonos que jamás seremos libres usando las herramientas del amo (G.A.F.A.M.), sus aplicaciones o patrones algorítmicos de jerarquía, competitividad, control, individualismo, poder, punitivismo, manipulación, avaricia, mentiras y violencia.
¿Y si todo es prestidigitación?
¿Y si nada es real, solo un simulacro?
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Rafa Ramos Claudio
Muy buena crónica, Rafa. Me pongo ahora mismo a escuchar a Biznaga. Solo echarte en cara que no avisaras del concierto 😬
¡Dios salve al punk!
Gracias Javi!! Vas a disfrutar mucho a Biznaga. Nos vemos en el próximo concierto 😛