Tío Vivo del Parque de Atracciones de Madrid

El Tiovivo del Parque de Atracciones, maravilla e historia del arte popular

El Parque de Atracciones de Madrid guarda en su interior algunas joyas que son patrimonio de la historia de la ciudad. Por no hablar de las que, desgraciadamente, han desaparecido, como consecuencia de las sucesivas renovaciones del espacio recreativo más mítico del Foro.

La más importante de estas joyas aún en uso es el Tiovivo del parque, conocido también como La Pérgola. Estamos hablando de una atracción casi casi centenaria, pues su fabricación tuvo lugar entre 1927 y 1929. Es toda una obra de arte, realizada a mano, por artesanos de la madera.

Caballos, tigres, elefantes y hasta cerdos, en madera tallada y pintada, en un carrusel en el que seguir montándose, mayores y pequeños, niños y abuelas, 100 años después, para vivir quizás el viaje no más trepidante, pero sí el más especial dentro del Parque, con la sensación nítida de estar disfrutando de un elemento único, digno de un museo, de exposición permanente, y que, sin embargo, a día de hoy, continúa subiendo y bajando, viaje tras viaje, día tras día.

Es cierto que al estar desde mediados de los 90 convenientemente protegido de la lluvia y otras inclemencias meteorológicas por una estructura -la pérgola en cuestión-, el Tiovivo no puede lucir en todo su esplendor, pero cuando te acercas, o mejor, cuando te subes en uno de sus caballitos que suben y bajan, ahí sí, podrás apreciar esta pequeña gran maravilla del arte popular.

Un panel explicativo subraya la excepcionalidad de este Tiovivo y sitúa el origen de este género de atracciones en la antigua ciudad de Bizancio, actual Estambul, y el sentido de su existencia y de su éxito en la ilusión universal del movimiento circular continuo, como el ciclo de la vida.

El Tiovivo del Parque fue creado en Francia, entre los años 1927 y 1929, con una decoración de estilo modernista y art decó. Se incorporó al Parque de Atracciones de Madrid en 1969, cuando fue comprado a un feriante madrileño. Aparece en fotografías previas en la glorieta de Atocha o en la pradera de San Isidro. Ya en el Parque, se le puso el nombre durante algún tiempo de La Zarzuela, en homenaje al hipódromo madrileño. Su última restauración, entre 2011 y 2012 hasta donde he podido averiguar, se realizó también de forma artesanal por Félix Rego, atendiendo especialmente al desgaste de las maderas y a la pintura descolorida. Como curiosidad, se utilizaron en algunas figuras ojos de cristal utilizados en taxidermia.

El carrusel del Parque de Atracciones, casi 100 años en movimiento circular continuo

El Parque de Atracciones es un plan imbatible para niños, niñas, muchos mayores y algunos perros como yo, un lugar donde residen la ilusión, la magia y la diversión con mayúsculas. Y esto es oro. Pero además, el Parque de Atracciones puede convertirse –debe convertirse– en también un gran museo, un museo al aire libre, un museo en uso y disfrute en la medida de lo posible, un lugar en el que preservar esas atracciones inmortales que nos hicieron disfrutar a lo largo de todo el tiempo en el que se ensancha nuestra memoria. En ese movimiento circular continuo, en este caso, de esferas encadenadas de generación en generación.

¡Larga vida al Parque de Atracciones! ¡Guau guau!

El Perro Paco

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