El clásico a la hora de la siesta

Partido de fútbol en un bar de barrio. Real Madrid-Barcelona, octubre de 2025

– No sé, Paco, creo que hoy he entendido una de las razones por las que tanta gente en los últimos tiempos dice eso del ‘odio eterno al fútbol moderno’. Está claro que deben de ser varias cosas, pero una de ellas seguro que es esta. No puede ser que un partido como este nos lo pongan un domingo a las cuatro de la tarde. Un Madrid-Barça, ni más ni menos, el clásico más importante del fútbol en España. ¿Es que no saben que a esa hora mucha gente en este país ni siquiera se ha levantado aún de la mesa? ¿Es que no saben que es en el fin de semana cuando la mayoría puede disfrutar de un ratito de ese deporte maravilloso llamado siesta? Pues nada, que nos quieren obligar a elegir. La comida del domingo, la siesta, el fútbol, la sobremesa… ¿Y por qué, si se puede saber? ¿Qué fue del sábado a última hora de la tarde?¿O del domingo a las siete? Eso sería pensar en el aficionado. En los aficionados. Y de todas las edades, oye. Pero no, a las cuatro de la tarde. ¿Y por qué, Paco? Seguro que por las televisiones. ¿Para obligarnos a pagar más dinero para tenerlo disponible desde el sofá de casa?¿O para que pueda verse en directo en no sé cuántos meridianos diferentes del planeta Tierra? Claro, es que es un evento global, nos dirán. Tonterías. Lo que es es un negocio global. Y la afición importa un pimiento, amigo. Que se quede sin siesta, sin comida o sin sobremesa.

– Y aún así, te has bajado al bar…

– Sí, pero sólo a la segunda parte. Y que no nos sigan provocando.

Y el Perro Paco y yo continuamos caminando por la acera del barrio. Por lo menos habíamos ganado: 2-1, por lo que estábamos razonablemente contentos. Con goles de Bellingham y Mbappé.

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