La familia del Ratoncito Pérez

Una visita a la casa del Ratoncito Pérez en el centro de Madrid

El Perro Paco me llevó hace poco, acompañados de la mejor manera por los pequeños Perrunilla y Cachorro, a un lugar que había despertado mi curiosidad hacía tiempo: la Casita-Museo del Ratoncito Pérez, en pleno centro de Madrid, en la calle Arenal, que une la Plaza de Ópera con la Puerta del Sol.

Cuenta la leyenda que fue en la antigua confitería Prast, en el interior de una caja de galletas Huntley & Palmers, donde tenía su morada el célebre Ratoncito Pérez. Este establecimiento había sido fundado por Carlos Prast en el año 1853, primero como tienda de ultramarinos, para después convertirse en confitería. Su fama como dulcería llegó a ser importante en el Madrid de la época, convirtiéndose desde el año 1863, bajo el reinado de Isabel II, en establecimiento proveedor de la Casa Real. Estamos hablando de la segunda mitad del siglo XIX y por tanto, como nos gusta llamar por aquí, de los tiempos del Perro Paco, el original, el primero de la saga.

Quien sitúa al Ratoncito Pérez en una caja de galletas de Prast es el escritor Luis Coloma, jerezano de origen, jesuita y académico de la lengua. Fue él quien, recogiendo una preexistente leyenda popular, escribió el cuento infantil del “Ratón Pérez”, haciendo suyo a este simpático personaje que nos deja bajo la almohada un regalito cuando se nos cae un diente de leche. Coloma, que fue también consejero espiritual de la Corona, escribió su cuento dedicándoselo al rey niño Alfonso XIII, después de que se le cayera uno de sus primeros dientes. El cuento del “Ratón Pérez” fue publicado en el año 1902 y su manuscrito original se conserva en la biblioteca del Palacio Real.

La Casa-Museo dedicada al Ratoncito Pérez es un lugar curioso, pequeño, original, que contrasta con el menú mayoritario de propuestas abrumadoras de la oferta de ocio y turística imperante en la ciudad. Tiene la principal virtud de que está destinado a un público entre los 3 y los 7 u 8 años aproximadamente. Es tal la pequeñez del sitio que organizan las visitas por grupos y por horas, con una guía que nos acompañará por las estancias, pocas, de la casa y que mantendrá encendida nuestra atención y sobre todo la de los más pequeños a través de un hilo narrativo preparado para dar sentido a la visita, con algunos sencillos juegos para que niños y niñas puedan participar de una forma más activa. Son precisamente la estrechez y la cantidad de cachivaches en torno al célebre ratón los elementos que le confieren personalidad a la casa y, si acudimos sin grandes pretensiones y sin la cuchilla afilada, podremos pasar un buen rato y quedar razonablemente satisfechos.

Si estás visitando Madrid, acudir a la casa-museo del Ratoncito Pérez puede ser una buena idea para incluir en nuestra programación una actividad original pensada para los niños. Además, no nos llevará mucho tiempo, más que alrededor de una hora. Puede combinarse perfectamente con un chocolate con churros, antes o después, en chocolaterías como San Ginés (en el pasadizo del mismo nombre) o 1902 (c/ San Martín), ambas muy cercanas, o con una visita a la no menos clásica y siempre maravillosa pastelería El Riojano (c/ Mayor), de la lista esta última de los lugares predilectos en la ciudad de mi amigo el Perro Paco.

La familia del Ratoncito Pérez
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Los primos del Ratoncito Pérez a lo ancho del mundo

Fue Luis Coloma, como ya se ha dicho, quien fijó la residencia de Pérez en la calle Arenal de Madrid, pero detrás del Ratoncito late una historia universal, de esas que nos muestran lo parecidos que somos vengamos de donde vengamos. Quiero decir con esto que son numerosas las culturas que han generado personajes mágicos similares y ritos parecidos para celebrar ese hito que supone la caída de los dientes de leche, ese cambio en nuestro cuerpo que deja atrás la más tierna infancia. El Ratoncito Pérez tiene la hegemonía en el mundo hispanohablante, pero tiene muchos socios a lo largo y ancho del mundo. En Cataluña existe por ejemplo el Angelet de les Dents, en Cantabria la leyenda de L”Esquilu de los Dientis, protagonizada por una ardilla, y en el País Vasco una mariquita llamada Maritxu Teilatukoa (Maritxu la del Tejado). Más allá de tierras ibéricas, se suceden los primos de Pérez, como The Tooth Fairy (el Hada de los Dientes) en el mundo anglosajón o parecidos roedores en Italia (Topolino o Topino) y algunos países asiáticos (Ratai-Chi).

Parece ser que el origen de esta mayoritaria presencia de hadas y ratones en el negocio de los dientes de leche se debe a un cuento francés del siglo XVIII, obra de Marie-Catherine le Jumelle de Barneville, Baronesa d’Aulnoy, y titulado “Le Bonne Petite Souris” (El buen ratoncito). Según parece, en el cuento de la baronesa hay un hada que se transforma en ratón para ayudar a hacer morder el polvo a un rey malvado. El hada-ratón se oculta bajo la almohada del rey y provoca la caída de sus dientes. Recordatorio para una posible visita a París: buscar el cuento original.

Volviendo a la extinta Confitería Prast, Luis Coloma describe al Ratón Pérez como “un ratón muy señor con sombrero de paja, lentes doradas y cartera de cuero rojo”. Así lo imaginó él y es como aparece, junto a su desconocida familia, en la casita-museo madrileña. Permítanme compartir y en todo caso preferir la imagen que, en la adaptación familiar de la leyenda, le regaló al ratón mi hermano Ramiro, imaginándolo con capa, sombrero de copa y una espada en la mano. Sin duda mucho más divertida que la del ratón muy señor. El bolso rojo para el regalo y el diente sí nos lo quedamos.

Información de servicio del Perro Paco

La Casita-Museo del Ratón Pérez está ubicada en el número 8 de la calle Arenal. El portal da acceso a una pequeña galería comercial. Al fondo a la izquierda hay unas escaleras que dan acceso a la primera planta, en la que se encuentra el museo.

Placa de la casa del Ratoncito Pérez

No hay ascensor. Esto significa que la accesibilidad mal y también que si puedes evitar llevar carrito de bebé, lo hagas. De lo contrario tocará tirar de brazos y lumbares. Una vez más.

La reserva de entrada se realiza por WhatsApp, en el número 634 74 27 68.

El precio de la entrada, de 3 años en adelante, es de 7 euros.

Los horarios son de lunes a viernes de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 h. Los sábados y los domingos el horario se amplía en dos horas, abriendo hasta las 15:00 h. en horario de mañana y comenzando a las 16:00 h. el horario de tarde. No obstante, confirma aquí.

Lo mejor: la ocurrencia, su propia existencia, su pequeñez, que sea un pequeño museo dedicado a los niños, que esté en pleno centro de Madrid, que tenga un precio razonable. Que sea, básicamente, un lugar curioso y atractivo para los niños/as.

Lo peor: que como todo en Madrid hay que programar la visita con antelación; que, como es lógico dada la temática, está todo un poco cogido con alfileres; la deficiente accesibilidad.

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Santi GZS

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